Joël Egloff (1970, Francia) es un joven escritor que ha logrado imponerse como uno de los más originales novelistas del actual panorama francés, aunando humor negro, poesía y personajes entrañables, siempre aportando una visión de la vida cotidiana que pone en evidencia las convenciones sociales y el absurdo de la existencia. En España, podemos gozar de todas sus novelas hasta la fecha, publicadas por Lengua de Trapo. Su última novela es El aturdimiento.
Pregunta: Sus novelas se
estructuran siempre alrededor de historias que unen lo cómico y lo triste. ¿No
hay humor sin tragedia?
Joël Egloff: En mis novelas, es cierto, conviven
siempre estos dos aspectos. No hay humor sin tragedia de la misma manera que no
hay tragedia sin humor. Pero, ¿no es lo propio de la condición humana? El humor
puede también ser a veces la única manera de abordar ciertas situaciones tan
absurdas y sombrías que llegan a ser divertidas. Un poco como si hubiese que
intentar batir una última muralla contra la desesperanza.
La realidad descrita en El aturdimiento es tan dura como sórdida.
¿Usted quería representar de alguna manera la sociedad post-industrial o se
trata de un contexto para contar una historia?
Incluso si mi primera intención no fue
describir la sociedad post-industrial y quise más bien crear un mundo extremo,
fuera del tiempo y de toda referencia con la realidad, debo reconocer que en
ciertos aspectos el entorno de El aturdimiento se asemeja extrañamente a nuestra sociedad, lo que
sin duda no es una casualidad. Es en este universo donde viven mis personajes,
es éste el contexto que supone el punto de partida de la historia, y lo que yo
cuento es la manera en la que esos personajes evolucionan en ese lugar, de qué
manera viven o sobreviven en medio de esa cloaca en la que intentan, como
pueden, ser humanos.
En El aturdimiento y también en otras novelas
como Edmond
Ganglion e hijo y
Qué
hago aquí sentado en el suelo encontramos mucho del absurdo. ¿Piensa
usted que el absurdo es una manera de abordar el mundo?
Creo que es a menudo el mundo lo que
es absurdo. No hay más que dejarle que se revele. No es necesario hacer grandes
esfuerzos para que se muestre tal y como es. La absurdidad es constante. Todos
avanzamos sin saber hacia dónde, sin saber por qué, y por tanto, avanzamos;
hacemos cada día lo que tenemos que hacer, sin obtener respuesta a ninguna de
nuestras grandes cuestiones. Pero ésa es nuestra condición.
En el acto que tuvo lugar en
Madrid, el escritor que presentó El aturdimiento (Rafael Reig) dijo que se
puede leer esta novela con sumo placer, gracias al humor y a la voz narrativa,
y que esto es más importante que la posible crítica social que podamos
encontrar. Para usted, ¿qué es lo más importante?
Lo uno no impide lo otro. Cada lector
se apropia de la novela de manera diferente, cada uno lee un libro distinto,
según quien sea, sus preocupaciones, sus propias experiencias, etc. Podemos
decir que de un mismo libro hay tantas novelas diferentes como lectores.
En lo que a mí respecta, creo que la
crítica social está presente en la novela, pero he intentado que sea lo más
discretamente posible. Quería, sobre todo, evitar ser pesado y reivindicativo.
Mis personajes parecen estar acostumbrados a su entorno social, casi no tienen
consciencia de lo que viven, y es tal vez todavía más violento e inadmisible
verlos tan anestesiados.
La niebla presente en el
pasaje de El
aturdimiento,
¿es la niebla del mundo actual?
Creo que aquí también hay varias
interpretaciones posibles. No querría dar una explicación concreta, pero creo
que hay tanta niebla en nuestro mundo como en el del individuo que, realmente,
no sabe ni de dónde viene, ni qué hace aquí, ni a dónde va. Incluso, aunque los
personajes de la novela no se hagan explícitamente este tipo de preguntas,
sufren por no encontrar ninguna respuesta, ningún sentido que dar a su
existencia.
En sus novelas hay una mezcla
de humor negro y poesía muy personal. ¿Busca realmente esa fusión o le sale
así, de manera natural?
No es el fruto de una búsqueda
consciente. Todo lo que tiene que ver con el estilo es bastante instintivo.
Cuando empiezo un libro, es un poco como si me fuese a la aventura. Todo está
por descubrir. Me dejo llevar por las frases y me voy al encuentro de mis
personajes, a descubrir el universo que quiero describir. Trabajando busco mi
propia voz, intento estar lo más cerca posible de mí mismo. Creo que ese tono
es mi manera de mirar el mundo, y naturalmente, es él quien se impone en mis
novelas.
He leído en algún sitio que le
gusta bastante el cine italiano. ¿Es una referencia para usted?
Es cierto que el cine italiano me ha
marcado mucho. Sobre todo el de Dino Risi, Ettore Scola, Marco Ferreri, y
también el de Fellini, por supuesto. Usted hablaba de humor y poesía en su
pregunta anterior. Creo que es precisamente ese cocktail lo que me seduce tanto
del cine italiano de esa época. Así como esos personajes con tantos matices,
esos antihéroes que no podemos dejar de amar porque son profundamente humanos y
vivos, a pesar de sus defectos y debilidades.
En sus novelas los espacios
suelen estar alejados de la gran ciudad. ¿Por qué?
No siempre es así; por ejemplo, en Qué hago aquí sentado en el
suelo la mayor parte
de la novela se desarrolla en el centro de una ciudad. Se trata de París,
aunque poco importa. Lo importante es que ocurre en el centro de una ciudad que
se hunde. Generalmente, lo que me interesa son los universos que no logramos
situar. Un poco en ninguna parte y en todas partes a la vez. No suele ser ni la
ciudad, ni la periferia ni el campo. Me gusta perder a mis personajes en medio
de espacios indeterminados, en los que les faltan referencias y están
abandonados a su suerte, obligados quizás a acercarse los unos a los otros para
hacer frente a un entorno hostil.
Una gran ciudad, a pesar de todo, es
un lugar lleno de referencias y esto puede llegar a ser tranquilizador. A cada
instante uno sabe dónde está. Es por lo que mis historias no se desarrollan en
las ciudades. O en todo caso, en las ciudades comunes…
¿Cómo encuentra los motivos y
los temas de sus novelas?
Creo que mis motivos, mis temas
predilectos, los llevo conmigo mismo. Son mis preocupaciones profundas, mis
angustias, y también mis anhelos. Creo que al final se trata del mismo tema. Lo
que cambia es la manera en la que voy a abordar esas mismas cuestiones. El
punto de partida puede ser diferente en cada ocasión. Puede ser una imagen, una
vivencia, un hecho cualquiera, una frase. Si encuentro algo que me resulta
interesante intento ir más lejos. Es como si percibiese una forma entre la
niebla e intentase acercarme para ver mejor de qué se trata. Es así, más o
menos, como funciona mi escritura.
¿Qué le gusta de la literatura
actual?
De la literatura actual, como de los
libros en general, me gustan los autores que tienen un universo que les es
propio, los autores que conceden una gran importancia al trabajo de la
escritura, algo que me parece esencial. Me gustan las historias simples, me
gusta estar ligado a los personajes, oír sus voces todavía después de haber
cerrado el libro, tener la impresión de haber conocido personas reales. Me gusta, simplemente, estar
conmovido, y ésa es para mí la mejor manera de apreciar un libro.