sábado, 30 de noviembre de 2019

Patti Smith: un poema


Nos tumbamos en la hierba maldita privada de magia,
trazamos nuestra desintegración en el cielo cinético.
Te toqué el brazo y la carne se desprendió,
y mis manos dejaron de estar vacías.
Nuestro monte es de tierra sangrienta,
cuando se moja es una masa de barro retorcida.
Si respiras en su boca volará
sobre las torres moriscas hacia el azur.
La Pinta es un barco que navegan los solitarios,
canaliza la mente antaño encantada.
Te toqué la cadera, el hueso se desprendió
y el mar dejó de estar vacío.
Amamos pero a la vez recogemos nuestras velas negras,
para engordar el buche de un perro rojo.

*

We lay in the cursed grass devoid of magic,
tracing our disintegration in the kinetic sky.
I touched your arm and the flesh fell away,
and my hands were no longer empty.
Our mount is made of blood earth,
when wet a clay thing writing.
If you breath in its mouth it will fly
above the Moorish towers into the blue.
The Pinta is a ship the lone navigate,
channeling the mind once beguiled.
I touched your hip, the bone fell away
and the sea was no longer empty.
We love yet reclaim our dark sails,
gorging the belly of a red dog.


(Patti Smith, Augurios de inocencia. Lumen, 2019. Traducción de Ana Mata Buil).

martes, 12 de noviembre de 2019

María Sánchez: Tierra de mujeres


Ésta, por así decirlo, es mi narrativa invisible, y aquí me cobijo, y aquí, y así, intento construir una casa, aún frágil, tímida, a veces cuerpo y a veces fantasma, donde tienen cabida surcos, ramas, animales y semillas, donde la palabra, latiendo, temblorosa, persigue quitarle sombra y polvareda al medio rural y a todos sus habitantes.

*

Les quitamos sus historias y no nos inmutamos. Dejamos que fueran ellos los que contaran, los que siguieran marcando el camino para los demás.

*

Por suerte, pertenezco a una generación que brilla y que tiene una labor fundamental: rescatar a todas esas mujeres que han quedado apartadas a lo largo de los años, sin voz.

*

Queremos mujeres en todos los espacios.

(María Sánchez, Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural. Seix-Barral, 2019).

martes, 5 de noviembre de 2019

The Virtues y Home Ground: dos series necesarias


Todo el mundo habla de Netflix. Todo el mundo habla de HBO. Incluso algunos hablan de Amazon Prime. Todo el mundo habla de las mejores series del año: Euphoria, Chernobyl, la segunda temporada de Mindhunter, la segunda de Big Little Lies. Incluso, aunque casi nadie habla de la segunda temporada de Fleabag, le han dado un premio Emmy. Y son grandes series. Pero nadie habla de Filmin, esa plataforma en streaming para poder ver otro tipo de cine. Y de dos de las series más jugosas del año son de Filmin: The Virtues y Home Ground. Dos series recientes que son impresionantes e incómodas. Sin fuegos artificiales. Dos series sinceras y necesarias. 

The Virtues contiene una de las escenas más tensas e impactantes que se puedan ver en la tv. Como una mezcla entre el cine social de Ken Loach y la pegada de Celebración, de Thomas Vintenberg. Un hombre que trabaja de albañil y echa de menos a su hijo, y se refugia en el alcohol. Ese es el punto de partida para una historia profunda y sugerente, que revela un trauma escondido.  Y con banda sonora de PJ Harvey.

Home Ground sorprende desde su planteamiento: la primera mujer entrenadora en un equipo de fútbol profesional masculino en Noruega. Y lo que eso conlleva, a pesar de ser en Noruega. Pero también habla de la maternidad, de las relaciones sociales, de la importancia de la colectividad y la estrategia frente a las adversidades del Capitalismo. 

Ambas series nos reflejan problemáticas de la sociedad actual, de la Europa que se mira el ombligo y descuida problemas verdaderamente importantes. 


(The Virtues, dirigida por Shane Meadows, 2019. Reino Unido. Miniserie de 4 capítulos). 



(Home Ground, dirigida por Johan Fasting, 2018-19. Noruega. Serie de dos temporadas).