viernes, 17 de mayo de 2024

Ghost World: Cine y cómic

 


La película Ghost World, dirigida por Terry Zwigoff en 2001 es uno de los escasos ejemplos en los que una adaptación cinematográfica respeta el original y amplía la propuesta centrándose en sus propios elementos semióticos y no trasladando los propiamente literarios. Hay otros ejemplos, donde una adaptación no busca simplemente llevar al cine la misma historia para llegar a más público, sino que se traduce la obra original a un lenguaje diferente, explorando sus propios recursos. Apocalypse Now, dirigida por Francis Ford Coppola (1979) y basada en la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad (1899) es un ejemplo paradigmático de cómo adaptar una obra literaria al cine, manteniendo el tema original pero traduciendo algunas ideas, así como trasladando la historia original al lenguaje cinematográfico. Otro ejemplo, en este caso de cómo llevar al cómic una novela, es Ciudad de cristal, novela gráfica de Paul Karasik y David Mazzucchelli (1994), basada en la novela homónima de Paul Auster (1985). En este cómic, siendo muy fiel al texto original de Auster, tanto en la historia como en el desarrollo de los personajes, se intensifican los rasgos propios del lenguaje tebeístico, aprovechando varios recursos visuales que no tiene la literatura y que aportan una riqueza nueva a esa versión.

Daniel Clowes, uno de los historietistas más importantes de las últimas décadas (autor de, entre otros títulos, Como un guante de seda forrado en hierro o Ice Haven), contiene en sus obras una extraña mezcla entre humor y profundidad psicológica, seguramente porque es una consecuencia de la violencia soterrada del capitalismo y de su empeño por homogeneizar la sociedad -y a los individuos-, tanto a nivel de consumo, como de comportamientos (¿tal vez porque va unido?).

En Ghost World, el desencanto que destila el personaje de Enid es propio de quien quiere ser diferente, pero no puede, y eso la aflige. En este sentido, se podría decir que Clowes ya percibía la sociedad del “me gusta” (en términos de Byung-Chul Han) en la que vivimos actualmente, donde se homogenizan los gustos, las opiniones y hasta los comportamientos y se atacan o censuran las opiniones que no gustan o son diferentes.

La película (escrita por Zwigoff y Clowes) muestra una capa de profundidad sociopolítica (que tal vez solo se sugiere en el cómic) cuando obligan a la profesora de Arte de Enid a eliminar su obra en la exposición de arte, sin ni siquiera poder hablar con la autora para que pueda explicar su intención o defenderse de los ataques de los asistentes a la exposición. Clowes y Zwigoff son muy agudos y plantean una problemática sobre el control del poder y la censura sobre todo aquello que no guste, sin posibilidad de abrir un debate, algo que es inherente al arte o la filosofía. Algo que, por desgracia, se ha normalizado en los últimos años en diversos contextos, incluido ARCO. ¿Qué hay detrás de esa decisión? ¿Molesta tener una obra -una imagen- que incomoda y por ello hay que quitarla? ¿No es uno de los objetivos del arte, sobre todo en el siglo XX, provocar y mover a la reflexión? Por si fuera poco, hay mucha ironía en esta escena -como es habitual en Clowes- porque ni siquiera es una obra de arte, pues se trata de un panel de la extinta cadena de comida Coon Chicken, que utilizaba una imagen racista para su negocio en la primera mitad del siglo XX y que Enid tomó prestado de su amigo Seymour para recontextualizarla en la actualidad y, como ella misma dice a su profesora, con la intención de “hacer mi proyecto basándome en este descubrimiento como un comentario sobre el racismo y sobre cómo lo encubre nuestra cultura”. Es decir, Enid nos invita a replantearnos si hay racismo y cómo muchas veces se disimula o se tapa directamente, pues a menudo se da una tendencia hacia la normalización de un pensamiento o un comportamiento de la sociedad, reduciendo o invisiblizando su problemática, y miramos para otro lado, aceptando o silenciando esa problemática que hay detrás. Se trata de cómo la sociedad manipula la verdad y de cómo aceptamos la hipocresía.

Como afirma el filósofo Carlos Eduardo Maldonado: Nada castiga tanto al stablishment como la verdad y la transparencia”. El sistema niega la libertad, hay un intento de crear sujetos dóciles y someterlos a las normas y códigos que el poder establece y si alguien denuncia las mentiras del sistema, se le castiga.

La película respeta la línea temática del cómic y sus aristas, pero profundiza en algunos aspectos donde el (buen) cine se lo puede permitir, y reinventa otros (como los personajes de Seymour y Norman o la situación de Enid con la asignatura de Arte), algo que resulta todo un acierto. Aun respetando muchas líneas de diálogo, la película selecciona algunos elementos o personajes originales del cómic y los extiende, concediendo mayor profundidad a la historia a la vez que ganando en capas de lectura. Para ello, se centra en Enid, sumando elementos al “arco del personaje” principal, así como añadiendo un clímax, tan propio de las narrativas cinematográficas.




Allí donde el cómic se desarrolla en el espacio, el cine hace lo propio con el tiempo. Las elipsis que contiene un cómic pueden ser aprovechadas en el cine para rellenar y ampliar algunos detalles o la propia historia. El “cerrado” (esos huecos entre viñeta y viñeta) que cada lector rellena para dar sentido a los huecos narrativos, Zwigoff los completa con pericia y es ahí donde llega a ampliar la propuesta a la vez que explora los recursos cinematográficos. Tanto el personaje de Seymour, que “rellena” huecos de otros personajes y supone un importante punto de inflexión en la trama, como el desarrollo de Norman y el simbolismo que implica en la historia y su incidencia en Enid, son fruto del tandem Clowes-Zwigoff.

De manera que el filme dirigido por Terry Zwigoff, no recrea una novela o un cómic y la traslada a escenas cinematográficas, sino que la adapta a su propio lenguaje, abordando una problemática de trasvase y explotando sus propios recursos. Es como si Zwigoff y Clowes se hubieran esforzado por reescribir la historia desde esos huecos donde el cómic solo puede sugerir.


(Ghost World, de Daniel Clowes. Fantagraphics, 1997. Edición española en La Cúpula).

(Ghost World, dirigida por Terry Zwigoff. EEUU, 2001).


lunes, 6 de mayo de 2024

Gustavo Faverón: capitalismo y barbarie

 




Herzog leyó en alguna parte la historia de este peruano gringo, de este esclavista salvaje, Carlos Fermín Fitzcarrald, y en esa historia leyó que Fitzcarrald había llevado un barco a través de la selva, sobre montañas y bordeando desfiladeros, obligando a los indios a cargarlo, y le pareció que era una historia alucinada y oprobiosa y que era uno de los símbolos más potentes que él había encontrado en su vida de la inhumanidad del capital, del capital, del capital, de la locura del oro en el mundo capitalista, porque mezclaba el delirio por el dinero con el heroísmo de los grandes soñadores, de los grandes emprendedores, los grandes pioneros, y cómo ese delirio, combinado con la voluntad de hierro que produce la locura, pero que también produce del capital, se confundían en la historia de Fitzcarrald y sus esclavos indios, que era una historia de barbarie absoluta pero conservaba algo, como la orla, como el brillo, como el relumbrón épico de las gestas que se emprenden desafiando lo imposible, dice Raymunda, y por eso decidió hacer una película que contara esa historia.



(Vivir abajo, de Gustavo Faverón Patriau, Candaya, 2019).