Philip Lamantia (Selección de poemas I y II), Varasek, 2022. Selección y traducción de Vicenç Quera.
La editorial Varasek publica en dos tomos una selección de poemas del estadounidense Philip Lamantia (1927-2005), poeta relacionado con la Generación Beat y el Renacimiento de San Francisco. Lamantia ya aparecía en la primera antología beat traducida en España en 1970 por Marcos-Ricardo Barnatán (reeditada recientemente), junto a Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinguetti y Gregory Corso. Sin embargo, esta publicación es la primera traducción de su poesía de manera independiente. La edición se enriquece con el generoso prólogo firmado por Garret Caples, Andrew Joron y Nancy Joyce Peters que contextualiza la vida y obra del autor.
Philip Lamantia fue un poeta precoz y con tan solo 16 años ya llamó la atención de críticos como Kenneth Rexroth y publicó poemas en las importantes revistas Review y VVV. Conoció a André Breton en los años 40 y fue rápidamente aceptado por el francés, quien lo denominó “el primer poeta surrealista norteamericano”, etiqueta que ha perdurado en el tiempo. Lamantia, como muchos compañeros de los años 50 y 60, se rebeló con su poesía ante la sociedad de posguerra, anhelando una vida más justa y humana y abriendo nuevas formas de experimentación.
De hecho, Lamantia fue uno de los primeros en tematizar el consumo de drogas, e introdujo la práctica del peyote en el Área de San Francisco, tras sus viajes a México en los años 50. Entre sus temáticas, se encuentra su preocupación por los efectos de las drogas, o más bien, cómo a través de su consumo le llevaba a estados de conciencia alterados que le permitían indagar sobre la realidad más profunda, buscando incluso experiencias extracorpóreas. Por ello, suele relacionarse con la tradición de la poesía visionaria, heredera de William Blake.
También fue pionero en montar recitales poéticos con músicos de jazz, adelantándose al spoken word.Asimismo, participó en la famosa lectura de la Six Gallery de San Francisco en 1955, junto a Allen Ginsberg, Michael McClure, Lew Welch, Philip Whalen y Gary Snyder. A pesar de ello, no fue un autor tan conocido como otros compañeros de generación y mantuvo épocas sin aparecer públicamente, por lo que fue visto por muchos como un poeta independiente y en ocasiones, aislado, si bien su influencia en los beats y en el propio Ginsberg es importante.
Sus primeros poemas alternan imágenes surrealistas con una gran delicadeza: “Cuando salga el sol ella vivirá en un cielo / cubierto de sangre de gorrión / y envuelto en túnicas de perdida inocencia”. La poesía de Lamantia, -sobre todo en sus primeros poemarios-, experimenta con la plasticidad del lenguaje y su capacidad de sugerencia. Después, su poética va evolucionando hacia una mayor complejidad y barroquismo. Los textos de Tau revelan su interés por el esoterismo, así como una búsqueda del éxtasis. En esa línea visionaria sigue con su libro, titulado precisamente Ekstasis, donde el interés metafísico va creciendo, a la vez que integra la metapoesía: “¡góngora! ¡góngora! ¡Creo que eres el fin! / GÓNGORA, ¿eres el poeta más grande? Quiero decir / ¿eres el poeta de poeta del poeta del poeta de poeta del mayor poeta?” Otros poemarios como Narcótica (1959), plasman épocas de crisis personales relacionadas con las drogas.
Viajó y vivió en distintos países (incluido España), debido a su interés por conocer otras culturas e investigar tradiciones, llegando a convivir con los washoe de Nevada y los cora de México. Su obra fue derivando hacia una propuesta más personal, si bien siempre mantuvo un lenguaje arriesgado, heredero del surrealismo, como puede comprobarse en muchos de los poemas del segundo volumen, con textos comprendidos entre 1962 y 2001: “De mi sombrero de cardúmenes / Señoras mezcladas en un parque de focas / Fuego transvestido y guiño del agua / Una llama verde viola los tulipanes del jardín”. Algunos poemas pueden recordar al Lorca de Poeta en Nueva York, como el título “Nueva York poema vacío Nueva York”, mezclado, eso sí, con la propia propuesta dislocada de Lamantia: “nueva york la cabeza asfixiada de nueva york / nueva york una cremallera en el cráneo (…) hola. hola. ñac. jaco. ñac. ñac. / una columna de polvo de hoja de vidrio / un huso para el pelo alzado de las calles en / reconstrucción / sin construcción, en construcción”.
Eran muchas sus influencias, aderezadas a su vez por su interés por la mística y la religión, así como la alquimia y la egiptología. Sus poemas entran directamente en lo sensorial y parecen venir desde el profundo subconsciente, revelando una realidad alucinada: “El hombre es una ventana falsa / por la que su doble camina hacia la verdad”. Su poesía es imaginativa y libre, creando imágenes que desconciertan. Al tratarse de un poeta de herencia surrealista, el efecto de escritura automática perdura en sus textos con una extraña belleza: “Cuando es medianoche bajo el mar / con las heridas abiertas de los peces para que yo entre en ellas / acabad conmigo / acabad con mi dulce dolor / mis combativas estatuas”.
Como muchos compañeros de generación, Lamantia también se preocupó por el medio ambiente y la cultura indigenista, aglutinando referencias diversas e incluso personajes históricos integrándose a modo de collage, formando un todo, algo que se aprecia en su última etapa, en poemas como “El romántico” o “”Palabras que sueño”.
Lamantia fue un poeta que desarrolló una honda introspección interior a la vez que experimentó con el lenguaje y los estados de conciencia. Su poesía es inclasificable y estos dos libros nos descubren una de las voces más personajes de la poesía estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
(Reseña publicada originariamente en Vallejo & Co. el 6/6/23).
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