99 ejercicios de estilo, de Matt Madden (Ed. Sins Entido, 2007).
Si el escritor francés Raymond Queneau escribió el famoso Ejercicios de estilo para llevar a cabo una experimentación sobre las diferentes variaciones a la hora de escribir literatura y sobre todo, ejemplificar cómo la literatura es un lenguaje rico que el escritor puede tallar y modelar a su gusto, el estadounidense Matt Madden, siguiendo el modelo de Queneau, realiza un experimento similar sobre el cómic, demostrando que este arte tiene enormes posibilidades plásticas y narrativas. Además, Madden aporta una mirada crítica y lúdica para confeccionar una Poética del Cómic. Ya antes Scott McCloud publicó Entender el cómic y La revolución de los cómics, dos libros imprescindibles para comprender mejor el noveno arte, así como Will Eisner con El cómic o el arte secuencial o el guionista y teórico franco-belga Benoît Peeters con otro libro indispensable, Lire la Bande Dessinée. Matt Madden amplía la visión del arte del cómic con un libro que está a la altura de aquellos otros, si bien 99 ejercicios de estilo contiene grandes dosis de humor, intertextualidad y originalidad. No es fácil sintetizar poéticas de cómic en viñetas, y Madden no solo lo logra, sino que lo borda.
Destaca la unión de estética y pensamiento, siempre bañado por un tamiz irónico que agiliza la lectura y el visionado de sus páginas, que casi parece velar la meditada reflexión que hay en cada una de ellas. En los diferentes ejercicios de estilo podemos apreciar una gran diversidad de recursos narrativos (fotonovela, tapices, caligramas, publicidad), así como infinidad de homenajes explícitos (desde los creadores clásicos del género, como Rodolphe Töppfer, George Herrimann o Winsor McCay, hasta los más actuales, como Art Spielgelman, Daniel Clowes o Chester Brown, e incluso críticos significativos como el propio Scott McCloud o Thierry Groensteen). Madden logra fundir recreaciones y divertimento, como en el capítulo “Ligne Claire”, rindiendo tributo a Pascal Hergé; en otros capítulos, como el denominado “Digital”, el humor se apodera de la página. Pero no todo son homenajes, pues Madden también juega con las maneras de contar el cómic desde estilos completamente adversos, como podemos apreciar en “En una viñeta” y su opuesto “En treinta viñetas” (es decir, la economía de recursos frente a la narración detallada y prolija), o en los distintos puntos de vista narrativos (“Subjetivo”, “Monólogo”, “Desde arriba”, etc). Los recursos de Madden (que son los del arte secuencial) son inagotables.
99 ejercicios de estilo teje una red llena de vasos comunicantes, reconociendo las distintas aportaciones de autores al noveno arte, pero también ampliando sus propuestas. Madden demuestra que el cómic posee un lenguaje propio y que lleva tiempo creando estilos diferentes. Desde hace aproximadamente 10 años, se viene diciendo que el cómic está pasando por una Edad de Oro, y este libro viene a reforzar esa idea. La única pega es que al final, puede parecer que queda un poso demasiado americanizado en la relectura del cómic que ejerce Madden, lo que puede comprenderse si nos atenemos a los últimos 40 años de cómic, donde la aportación del gigante americano (incluido Canadá) es enorme en tendencias y figuras, pero se echa de menos alguna referencia más al cómic franco-belga y europeo. En todo caso, el lector aficionado al cómic agradecerá estos homenajes, y disfrutará con la capacidad sintética y lúdica de Madden. Estamos ante un libro que será pronto un clásico del género.
(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org y modificada ligeramente).
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