Cuadernos de guerra, de Raúl Zurita (Ed. Amargord, 2009).
Leer a Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) supone una experiencia intensa a la vez que agotadora. Su poesía duele y atrapa a partes iguales, porque intenta reflejar lo que el mundo tiene de salvaje y loco, de horroroso y bello. Cuadernos de guerra, primer número de la colección Transatlántica, dirigida por el poeta Juan Soros, viene a martillearnos con fuerza ya desde su propio título.
Uno de los aspectos que más llama la atención de Cuadernos de guerra es la unión de política y poesía. Los poemas hablan sobre Chile pero también sobre Hiroshima, Auschwitz y las Malvinas. Experiencias ligadas a acontecimientos reales, recuerdos, sueños y pesadillas, dibujadas por poderosas imágenes. Sin embargo, muchos poemas buscan ahondar en cómo los sueños y la mente humana en general, solapan múltiples espacios o momentos, e incluso personajes, sirviéndose de un hilo conductor para que la escena tenga un sentido reconocible por el lector. Los personajes que pululan por el espacio poético pueden extrapolarse unos a otros en distintos poemas, ya que el discurso superpone los planos espacio-temporales en su intento de reconstruir el miedo, el silencio de la guerra y las injusticias humanas. Así, el Zurita niño puede ser también la niña japonesa Yazuhiko, P, o LV Beethoven. En ese entramado polifónico las ciudades o los países se (con)funden: Chile, Hiroshima, México, las Malvinas, Auschwitz. Todo (con)fluye en un contexto de guerra, dolor, y locura.
Ante semejante riqueza expresiva y narrativa, el libro presenta asimismo una coherencia estructural que afecta a otros elementos poéticos, como el ritmo creado a partir del entramado de enunciados o títulos de poemas que suponen variaciones de un mismo tema, como “Cielo abajo”, la serie de “Flotas”, “Su roto + sustantivo”, “LVB”, “Si solo oyeras”, y varios más, apoyando esa idea constructiva de fusión y continuidad, otorgando al libro una escritura sólida además de lúdica.
Zurita parece involucrarse en la memoria colectiva, por ello la voz poética vulnera las coordenadas espaciales, así como temporales. En esos saltos en el tiempo, el poeta chileno introduce varios personajes históricos, como es el caso de Cristóbal Colón, Augusto Pinochet o Beethoven. Esto produce cierto extrañamiento, unido a la inserción de historias ficticias mezcladas con algunos de esos personajes “reales”. Una muestra de ello es el magnífico poema “Rotas carreteras. En el sueño 115”:
Y adelante cubriendo de lado a lado la aurora cientos
de playas subían
En el sueño 115 recortándose entra las líneas blancas
de las rompientes y las rotas carreteras el amanecer
destellando
Mostrando arriba las radiantes bahías y a un costado las
tres carabelas detenidas frente a una bomba de gasolina
con las velas recogidas silenciosas preguntando por
nuevos rumbos
Mirando América que emergía en el final del sueño 115
fundiéndose con la enorme rada de la aurora Capitán
amanece: le dije a Colón mostrándole el nuevo mundo
que subía encumbrándose cielo arriba Sólo peladeros
muertos me respondió él despidiéndose frente a las
viejas playas donde nos mataron ya ido de espaldas
enfilando su camión hacia las carreteras de otros sueños
Ante la fuerza del paisaje chileno, el poeta es capaz de nombrar el silencio fundiendo poesía y política: “Sinfónicas en derrota del desierto llanuras arenales y / piedras que gritan: nadie escuchó nada”. La presencia del desierto, el océano o las playas, adquiere una importancia mayor que la propiamente paisajística, formando un espacio “escultórico” donde se instala la poesía, adquiriendo una voz que permita alentar los márgenes de la historia llena de catástrofes. Por ello, la idea de “visión” va unida a la de “reconstrucción” y ambas suponen una constante en los poemas, además de constituir el germen poético:
Estoy tendido en el suelo, con los ojos abiertos, y mientras escucho los gritos reconstruyo las escenas borrosas de un despertar.
Si hay reconstrucción, es porque antes ha habido destrucción. Y la poesía permite esa deuda con el vacío que es la creación de belleza.
Hola, Carletes:
ResponderEliminarMe interesa Zurita. La mezcla que hace es original. De hecho, creo que el poeta chileno "rompe" con la tradición para volverla con nuevos recursos. Lástima que, al publicar en España, no se lea suficiente poesía. La sugerí a David Cruz que enseñara en el Taller algo del género poético, y me dijo que era más de la prosa. Hasta que le respondí: pues con la poesía, con sus nociones, se mejora la prosa. Me dijo que, si volvían los talleres, que se arriesgaría a enseñarnos. Pero su programa lo desconozco. Y gracias por la información. Ya sabes que suelo consultar tu blog, en las ocasiones que puedo.
Saludos
Hyeronymus:
ResponderEliminarInteresante lo que dices de que Zurita rompe con la tradición... está claro que él parte de la tradición y la actualiza. Una cosa que me gusta de su poesía es la narratividad y el ritmo que impone, muy natural y marcado a la vez... Es un gran poeta, y poco conocido en España.
Sobre lo de los talleres, ojalá vuelvan, y como dices, la poesía puede mejorar la prosa y viceversa...
Gracias por seguir el blog, un abrazo.