Presentación de Aritmética del desgaste, de José Ángel González Franco (Esto no es Berlín Ediciones)
Cuando
conocí en persona a Jaime Rodríguez Z. (editor de Esto no es Berlín) para proponerme que
presentara junto a él y José Ángel González Franco el acto de
hoy, me entregó el libro
Aritmética del desgaste y
me explicó que se trataba de la primera publicación del autor.
También me comentó que era un tipo muy inteligente, además de un
importante abogado penalista de Barcelona. Y es curioso, continuó
diciendo, porque nuestra editorial nació en Tabacalera con ánimo de
publicar literatura con un contenido crítico, al margen del
mercado... Pero nosotros no tenemos prejuicios, y la verdad es que
cuando leímos el libro nos pareció muy bueno. Interesante, le dije
yo, además, estoy de acuerdo en que lo importante es el libro. Seguro que te
gusta Bolaño, ¿no?, le pregunté, aunque más bien se trataba de una
afirmación que buscaba cierta complicidad. Claro, me respondió
Jaime, como diciendo “vaya pregunta más tonta”. Es que todo
esto me parece una historia muy bolañesca, le escupí. Una sonrisa
pícara se dibujó en su rostro. Y
lo cierto es que veo a José Ángel González Franco como un
personaje de Los
detectives salvajes.
Un abogado catalán que lidia con las altas esferas de la sociedad,
con la corrupción, los delitos... y que escribe poesía en sus ratos
libres. Una poesía reflexiva, honda. Creo que si Bolaño siguiera
viviendo, estaría interesado en conocer a José Ángel González
Franco. Y yo, que me considero un bolañista, estoy muy interesado en
José Ángel. Y tengo la suerte no solo de conocerlo hoy, junto a
ustedes, sino de escucharlo, de compartir este momento, y todavía
más: de acompañarlo en la presentación madrileña de su libro
Aritmética del
desgaste. Así
que, voy a comentar unas palabras sobre lo que me ha sugerido el
poemario.
Aritmética del desgaste es ya de por sí un título atractivo, ¿no creen? Habla Pere
Gimferrer en el prólogo “_A propósito de Aritmética
del desgaste” de
“vaciado”, y me parece una manera muy sugerente de ilustrar el
trabajo de José Ángel González Franco. Por un lado, porque yo creo
que la poesía es un ejercicio de vaciado -como en la pintura y en la
escultura-; por otro, porque en la temática que se desarrolla en el
libro podemos apreciar un vaciado del propio sujeto poético para
después reconstruirse.
En la primera parte del libro encontramos una cita de Nietzsche que dice: “¡Qué sabe del amor
quien no tuvo que despreciar precisamente lo que amaba!”. Y en el
primer poema del libro, leemos: “Fue así como empezó el fuego.
Con el incendio de todo aquel falso conocimiento. / Y fue así como
acabó. Con mi magia hecha cenizas”. A veces nos olvidamos de los
orígenes del fuego, pues de alguna manera tuvo que encenderse. Y el
fuego del que nos habla González Franco empezó con “aquel falso
conocimiento”. ¿Falso, por qué? Y no solo eso, también leemos
que acabó con “mi magia hecha cenizas”. Creo que la lectura del
libro nos permite acercarnos a esas cenizas, a su proceso. El
atractivo título del poemario, “Aritmética del desgaste”,
podría también haber sido “Aritmética de las cenizas”. Pero
no. Perdería la capacidad de evocación, de reflexión sobre el
cálculo. El protagonista/lector da pasos entre recuerdos propios
que surgen a partir de las palabras pulidas que se forman en el aire
y se proyectan sobre las paredes y los muros de una casa. Pero no
olvidemos que toda casa es susceptible de ser demolida. Y en ese
trayecto/lance del sujeto poético, que es también la experiencia
del lector, los poemas crecen, respiran; la belleza surge de las
palabras y el conocimiento aumenta paulatinamente. Porque Aritmética
del desgaste es
también un libro sobre el conocimiento. Por ejemplo, descubrimos que
a partir de las cenizas se pueden crear nuevos fuegos. Que se puede
crecer a partir del “desgaste”. Y eso es sabiduría.
Uno de los poemas más
fascinantes del libro lleva por título “_Daimon”, y en él
leemos:
“Habrá que dejar respirar
al fruto.
Un pez con las escamas
infladas
inerte, en la puerta de la
casa,
soñando con tu agua.
Hay que dejarlo que respire”.
No puedo añadir mucho más,
porque estos versos muestran lo que yo entiendo por poesía. Belleza
y sugerencia, algo que se mueve entre la tensión y la iluminación.
Más adelante, leeremos una
cita de Fernando Pessoa para abrir la segunda parte del libro, que
reza: “Para comprender, me destruí”. Estas palabras nos sirven
para comprender el proceso de aprendizaje que experimenta el
protagonista, que podríamos ser cualquiera de
nosotros. Porque la poesía es para compartirla, para leerla, para
hacerla nuestra. Y no dudo de esta cualidad en el autor. Juzguen
ustedes mismos cuando lo escuchen recitar, cuando lean este poemario
valiente. En uno de mis poemas favoritos del libro, “_Autorretrato”
encontramos unos versos visuales, potentes, que dicen: “y dibujar
en el aire / una figura / que no soy yo”. ¿Qué es dibujar en el
aire figuras que no son uno mismo? Perderse. Pero el que se pierde,
tiene dos opciones: sumergirse en la pérdida, alimentarla, para
acabar inmerso en el caos, o transformarla en otra cosa, en una
exploración que permita volver a encontrarse. Repito las palabras de
Pessoa: “Para comprender, me destruí”.
Y esta segunda parte finaliza
con un poema que lleva por título “_Posdata” y dice: “Me he
comido hasta las moscas”. Esta frase es otro de los mejores poemas
del libro. Por la elipsis, por lo explícito de lo implícito que hay
en ella. No es una queja, es una derrota que se reconoce. Y es una
postada, por si no ha quedado claro, ¿eh?
(Hago un pequeño paréntesis.
Sabemos lo que hacen los grandes deportistas cuando pierden, me
refiero a los más ambiciosos: aprender de la derrota, mejorar para
ganar la próxima oportunidad que tengan. La derrota les hace más
fuertes. No sé si este símil deportivo sirve para comprender este
libro, pero creo que algo de ambición hay en todo aquel que quiere
transformarse y no conformarse con las cenizas).
Ya en la tercera parte del
libro, los títulos de los poemas han desaparecido. Algo ha ocurrido.
¿Es eso el conocimiento, despojarse de las etiquetas que nombran las
cosas?
Para acabar, me gustaría
volver a citar a Gimferrer, pues en el pequeño prólogo del libro,
argumenta que después de ese vaciado hay una “mutación hacia sí
mismo”. Creo que da en el clavo de lo esencial de Aritmética
del desgaste y poco
más puedo añadir yo. Simplemente, que el amor y los sentimientos
son difícilmente medibles o calculables y que muchas veces 2 + 2 = 5
(incluso Radiohead, la gran banda británica de pop-rock, dedicó una
canción a esta suma) o cuando uno piensa que está multiplicando, a
lo mejor no es consciente de que está restando o dividiendo. La
realidad no es objetiva. Incluso, dependiendo del momento de cada
uno, una misma cosa puede verse de maneras distintas. Al final, hay
un resultado: el de la metamorfosis. Y la operación merece la pena.
Arriésguense.
(Texto leído en la
presentación de Aritmética
del desgaste de José
Ángel González Franco, el lunes 1 de diciembre en CaféBar Tiovivo,
Malasaña, Madrid).
Videoclip de Radiohead: "2+2=5":
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