Canta el gallo aunque
se ha tragado la lengua y sientes sus quiquiriquís cómo se te
clavan en los pezones, en los codos, en las uñas. Los brazos
extendidos buscan su sentido en el espejo del crepúsculo, la
ira y la desesperación explotan en el solar de los abrazos.
Llueve. Y nieva. Y los
venenos se extienden como autopistas.
Todo se volatiliza: los
escarabajos bajo sus pelotillas de estiércol, la voz ronca que se
adhiere a la roca, el erizo que se retuerce dentro de la lavadora.
Miras las venas azules,
el sol que se pierde en las chimeneas invisibles y compruebas los
látigos de hormigón impuesto en los ojos.
El hambre de alba
martillea en cada zapato y tú zigzagueas en tu iglú de plata,
cobijando la luz rota, reclamando madera como termitas rojas.
Pero las máscaras hace
tiempo que se desollaron. Esperas un cambio en el curso del río,
observas las ocas que brillan en la oscuridad.
Subir la montaña,
respirar la montaña.
(Carlos Huerga. Poema perteneciente a
Marca(da) España. Retrato poético de una sociedad en crisis,
Amargord, 2014, VVAA).
Felicidades Carlos!, he leido y visto tus imágenes.
ResponderEliminarMuchas gracias!! ;-)
Eliminar