Otro aspecto de la ruptura de la electrónica con la musicalidad tradicional es la manera en que el proceso resulta más importante que la interpretación.
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En la electrónica cada elemento funciona como textura y ritmo al unísono. [...] Y el ritmo usurpa el lugar de la melodía.
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La música electrónica de baile es, sobre todo, música física.
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El cuerpo entero se convierte en una oreja.
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En última instancia, la música electrónica de baile es más disfrutable cuanto más impura: ritmo y textura chocando contra composición, maquinaria sin alma luchando contra ideas tradicionales de belleza, impulsos de vanguardia abducidos por la demanda de grooves para el baile. Esas tensiones son las que mantienen viva la música.
(Simon Reynolds, “Prólogo” en Loops. Una historia de la música electrónica, de Javier Blánquez y Omar Morera (coord.), Reservoir Books, 2002).
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