El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto.
-No es que esté desahogándome -Case oyó decir a alguien mientras a golpes de hombro se abría paso entre la multitud frente a la puerta del Chat. Es como si mi cuerpo hubiese desarrollado toda esta deficiencia de drogas -era una voz del Ensanche y un chiste del Ensanche. El Chatsubo era un bar para expatriados profesionales; podías pasar allí una semana bebiendo y nunca oír una palabra en japonés.
(Neuromante, de William Gibson. 1984. Editorial Minotauro. Traducción de José Arconada Rodríguez y Javier Ferreira Ramos).
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