La serie dirigida por Ben Stiller y Aoife McArdle y creada por Dan Erickson es una distopía sobre la alienación laboral y las formas de control de las corporaciones que someten a los sujetos a su antojo. Heredera de las mejores distopías literarias -Un mundo feliz, 1984, Fahrenheit 451- y cinematográficas Eternal Sunshine of the Spotless Mind, dirigida por Michel Gondry y escrita por Charlie Kaufman o Black Mirror, dirigida por Charlie Brooker-, Separación tiene a un protagonista que poco a poco va “despertando” de su letargo alienante y los episodios muestran ese desarrollo, llegando a ramificarse en otros personajes secundarios y en situaciones insólitas.
Los episodios contienen suficientes dosis de extrañamiento e inquietud como para removerse en el sillón y esbozar una sonrisa de incomodidad. Hay humor e ironía y se agradece. El extrañamiento viene por un lado, del inmobiliario vintage y la mezcla de dispositivos electrónicos actuales con otros antiguos. Así, vemos ordenadores setenteros, que recuerdan a los primeros Apple y pantallas en 8 bits con móviles actuales. Coches europeos de los años 70 y 80 (Volvo, Peugeot) en una ciudad típicamente norteamericana y planos grandes compuestos por carreteras, casas y edificios que sugieren aislamiento e incomunicación, algo que recuerda al pintor Edward Hopper, junto a una planificación estilizada y ritmo pausado donde hay cabida a los pequeños detalles que tienen más importancia de la que pueda parecer. Además, hay escenas que tienen ya su valor por sí mismas y que difícilmente se me olvidarán por un tiempo.
Uno de los aciertos de Separación es que en ningún momento sabemos a qué se dedica la empresa Lumon, donde desempeñan su labor los protagonistas y los propios trabajadores se lo preguntan, sin obtener respuesta. Ellos se dedican a trabajar y producir. Se penalizan la curiosidad y la búsqueda de la verdad. Por momentos, hay escenas que parecen extraídas de las novelas América o El castillo de Kafka, debido a los laberínticos e interminables pasillos y situaciones absurdas que viven los protagonistas en un modelo social incomprensible para el individuo que quiere saber cómo funciona, pero la burocracia y el control anulan su libertad y genera su frustración.
La novedoso aquí es la idea de “separación”, ya que los trabajadores de Lumon han aceptado por sí solos asumir una separación de los recuerdos entre los “dentris”, ellos mismos cuando están trabajando, y los “fueris”, ellos cuando están fuera del trabajo, pero ninguno puede acordarse de su “otro”, porque precisamente su vida está escindida en dos, de ahí el nombre de “separación”. Lo curioso, es que los “dentris” acaban conectando a nivel emocional, motivando solidaridad y compañerismo, algo seguramente con lo que no contaban sus jefes, y esto les lleva a revelar parte de la complejidad en la que están metidos. Como toda buena distopía, al final los temas son la sociedad de control que intenta anular al individuo y manipula sus emociones con fines corporativos.
Aparte de una dirección muy eficiente, hay un reparto heterogéneo que funciona de manera homogénea, destacando Adam Scott, Britt Lower, Patricia Arquette, John Turturro y Tramell Tillman.
(Separación -Severance-, creada por Dan Erickson y dirigida por Ben Stiller y Aoife McArdle. EEUU, 2022. Ver en Apple TV).
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