Libro de los icebergs, de Óscar Curieses. Varasek Ediciones, 2022.
Óscar Curieses es un escritor inclasificable, que desborda los géneros y los límites del concepto de libro. Hasta ahora, ha publicado distintos poemarios con una escritura heredera de las vanguardias, además de otros libros narrativos y ensayísticos, si bien su alcance creativo llega a la performance y la intervención, además de confluir con diversos artistas en proyectos multidisciplinares.
Conviene aclarar que la obra de Curieses lleva rompiendo moldes y desdibujando fronteras genéricas desde su comienzo. Su primer libro, Sonetos del útero (2007), alternaba sonetos sin rima con variaciones estróficas y poemas en prosa y hasta versos de una sola palabra; Dentro, es un bello poemario que se aleja de referencias evidentes y está dedicado a la filmografía del cineasta sueco Ingmar Bergman, aglutinando distintas influencias que van desde Sebastian Bach a Lou Reed; Hay una jaula en cada pájaro, es por un lado una “antología poética”, pues recogía una selección de su obra publicada hasta la fecha, pero también alternaba poemas ya publicados con otros inéditos y material alternativo que dialoga con otros lenguajes como la música o la performance e incluía un CD de audioperformace con su grupo AMC313. Hombre en azul es un diario ficticio del pintor Francis Bacon que viene acompañado de fotografías en distintos formatos y hasta unas gafas en 3d que lo convierten en un bello libro-objeto. Constitución española, de reciente publicación, es un libro-intervención que cuestiona la carta magna, vaciando su contenido de palabras y dejando solo los signos de puntuación, acompañado por un puñado de ensayos de diferentes artistas. Por si fuera poco, el autor también ha traducido a los poetas Sharon Olds y Rolando Pérez y es autor del libro de ensayo En el cine de Auster. Asimismo, ha participado en numerosos proyectos multidisciplinares con otros artistas como David Reznak, Luis Martínez de Merlo o Juan Gómez Espinosa y y textos suyos han servido de base para piezas de danza contemporánea de la coreógrafa Catherine Diverrès. Actualmente prepara la exposición sobre OPS/El Roto/Rábago y trabaja con Pablo Ramírez en el proyecto La poesía si es que existe.
Centrándonos en Libro de los icebergs, lo primero que conviene destacar es que se trata de un trabajo que ha ido desarrollando a lo largo de los años. El propio autor así lo indica en una nota al final del libro titulada “Entonces y ahora”, donde afirma que la primera versión del poemario se terminó en 2010 pero debido a los acontecimientos socio-políticos de 2011 (y el movimiento 15M) el texto fue modificado, pues aquella crisis “afectó a lo estético”. De alguna manera, se trata de una declaración donde el poeta reconoce la reescritura y cómo la dimensión política ha ido ganando fuerza en su obra.
El libro se abre con una reveladora cita de Kano No Chomei: “La belleza de un paisaje no tiene dueño, de modo que cualquiera puede obtener consuelo con su contemplación”. ¿Es una sugerencia ante lo que vamos a leer? ¿Es entonces un libro sobre el consuelo? El lector decidirá. Lo cierto es que los textos se vertebran desde el espacio de la memoria y el duelo y el propio autor habla de “reconstrucción”. Lo perdido siempre se transforma en memoria y por tanto, el hecho de recrearlo se hace necesario para no olvidar. La poesía de Curieses se escribe normalmente desde dentro y se relaciona con el afuera, mezclándose, (con)fundiéndose, reconstruyendo su propia sintaxis (algo que viene realizando desde su primer libro). Lo mismo ocurre con el espacio de la realidad, que aglutina sueños, películas o recuerdos. Ficción y realidad forman un todo.
Como un iceberg, lo que apreciamos en la superficie es solo una parte y tal vez por ello los textos se vertebran sobre lo escondido, lo que no es visible, como el espacio de lo íntimo, la memoria o el dolor. Los poemas tienen diferentes palabras que aluden a lo vacío o a cosas que no son mensurables (“hueco, nieve, memoria, viento, vaho, blanco”). Construir es de alguna manera empezar desde la ausencia, rellenar esos vacíos. Así, se va generando un sentido: “Coser todo copo. Nieve para construir un manto”.
El libro se divide en dos secciones, “Icebergs” y “Prosa de los icebergs”. La primera parte la forman poemas breves y la segunda es una reescritura de esos poemas de la primera parte transformados en prosa. Lo sorprendente es que cada poema en prosa tiene un opuesto, pues ambos están presentados por dípticos, enfrentados en la misma página arriba y abajo. Así, el texto que leemos al principio, se reescribe de nuevo en prosa, y todavía se verá modificado una vez más en su escritura al revés. Si los palíndromos consisten en escribir una palabra o frase que se puede leer al derecho y del revés, los poemas aquí presentes tienen un efecto similar, si bien se forman ciertos juegos especulares que generan diversos significados. En ocasiones, esa escritura “al revés” genera una simetría: “Aire pálido en nosotros. Silencio / Silencio. Nosotros en aire pálido”. En otras, se reescribe el significado desde el orden sintáctico o desde los cambios en la puntuación y el ritmo, ofreciendo hallazgos: “Piel. La bajo. Sobrenieva / Sobrenieva bajo la piel”. Otra consecuencia derivada de la lectura de los textos es el replanteamiento del verso como espacio donde plasmar un ritmo. La escritura se moldea como en la escultura y sus posibilidades se multiplican, diluyendo los límites entre el verso y la prosa. A menudo, en ese proceso de deconstrucción, resulta una frase agramatical que evoca imágenes potentes y cierto extrañamiento: “Abro la puerta de la nieve. Tú avanzas en mí descalza hacia el no yo. / Yo no, el hacia descalza mi en. Avanzas tu nieve, la de puerta. La abro”.
Por tanto, hay tres planos, o dos vueltas de tuerca, hasta el punto de no saberse exactamente cuál es la primera versión y en esa intersección los textos cobran otro significado. También hay repeticiones de palabras, que ayudan a formar una atmósfera homogénea e intensa y forman resonancias: “Nieve sobre esqueletos de nieve. Nievan al abrazarse. Se parten de frío”. La pérdida o el duelo nos lleva a sentimientos encontrados, contradicciones y emociones complejas que a veces no somos capaces de identificar y nos construyen a nosotros mismos, algo que reflejan los poemas de Libro de los icebergs.
Curieses se aleja de cierto barroquismo y el expresionismo de sus primeros poemarios aunque mantiene algunas señas de identidad: experimentación lingüística, introspección, intensidad, creación de imágenes o recurrencias internas, en un intento de rebelarse ante el lenguaje y revelar otra mirada. Lo que es seguro, es que la lectura de este poemario es una aventura que no dejará indiferente.
(Reseña publicada originariamente en Vallejo & Co el 1/11/22).
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