Otra historia del formalismo ruso, de Pau Sanmartín (Lengua de Trapo, 2008, Premio de Ensayo Caja Madrid).
Otra historia del formalismo ruso es un libro que propone una visión completa y rigurosa de los vanguardistas rusos que revolucionaron la teoría literaria del siglo XX, más conocidos como los “formalistas rusos”. Es cierto que existen antologías y libros temáticos sobre este movimiento, pero Pau Sanmartín se ocupa de esclarecer cuáles son los miembros nucleares del grupo, así como de incidir en las relaciones de los distintos formalistas, desarrollando sobre todo la relación entre el trío Sklovski, Eichembaum y Tiniánov, y de una manera más intermitente, Jakobson, sin formar parte del grupo en todas sus etapas, pero aportando importantes estudios relacionados con él.
Ya en las primeras páginas, la propuesta de Pau Sanmartín ayuda a comprender la rica y heterogénea situación cultural que vivió Rusia en aquella época, con diversas escuelas, como el Futurismo, el Círculo Lingüístico de Moscú (MLK) o la Asociación para el Estudio del Lenguaje Poético (OPOJAZ). Aunque estos tres movimientos aglutinan la mayoría de estudios y creaciones del momento en Rusia, es sin duda OPOJAZ el que, bajo la tutela de Sklovski, Eichenbaum y Tiniánov, supone el centro regulador de los estudios formalistas, si bien, siempre hubo contactos con los otros grupos (como los principios de OPOJAZ con los futuristas) o el propio Jakobson que perteneció tanto a MLK como OPOJAZ.
Sanmartín logra que el libro se lea con fluidez, gracias a una prosa desenfadada sin que por esto se dirima el rigor y la claridad. Así, tenemos una primera parte denominada “Historia”, donde se ponen en cuestión diversos asuntos que siempre han resultado escurridizos, como las fechas de fusión del grupo, la definición de sus integrantes, y las relaciones entre sus miembros, donde lograremos comprender el funcionamiento del grupo formalista en un contexto político-cultural determinado, lo que facilita la lectura del segundo bloque bajo el título de “Teoría”, donde se ilustra la importancia de los estudios formalistas, con ideas que todavía hoy siguen teniendo vigor, y donde llama poderosamente la atención la extraña mezcla de rigor científico con provocación, permitiendo ahondar en la evolución del “hecho literario” así como de los géneros y los textos a lo largo de la historia. Veremos que para los formalistas la idea de “evolución” va unida a la de “forma” y ese es uno de los aspectos necesarios para cumplir una función estética, como señala Sanmartín: “La evolución literaria es transformación, paso de una forma a otra” y “La literatura (…) necesita evolucionar constantemente para poder seguir cumpliendo su función estética”. Entre esas ideas provocativas y originales, Sanmartín encuentra frases brillantes que hoy nos pueden servir para comprender a muchos escritores actuales, como Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia o Roberto Bolaño (y no solo escritores, pues entre los muchos postulados formalistas no faltarán ideas y ensayos sobre cine y la importancia de las emociones), autores que, al igual que Sklovski, proponen una literatura que parte del arte de la visión por encima del arte del reconocimiento. Para ello -como diría Jakobson hablando del arte pictórico-, la forma va por delante del contenido y pierde su vinculación con lo referencial para crear un lenguaje nuevo. También para los formalistas la parodia puede suponer una característica renovadora en relación al lenguaje, así como el “tío” literario supliendo al “padre”, la “deformación” de la realidad, el “error” como innovación, incluso las relaciones entre cine y literatura, sabiendo dotar a la crítica y la teoría literarias de un dinamismo y una apertura estética que todavía hoy siguen creando brechas y continúan abriendo ventanas literarias, como afirma Tiniánov: “Todas las definiciones estáticas, firmes, de la literatura quedan barridas por el hecho de la evolución”. (Hago un paréntesis para sugerir que la mayoría de la crítica literaria de nuestro país baila en una “in-evolución” que está por detrás de algunas propuestas literarias actuales. Esto nos llevaría a plantearnos por qué siempre los autores van por delante de los lectores y los críticos, y por qué se empeñan algunos en perpetuar unos mismos valores literarios sin asimilar la evolución del “hecho literario” en las últimas décadas. A muchos de estos críticos no les vendría mal leer este libro o ir más allá y revisar los textos brillantes de Tiniánov y compañía).
Leer Otra historia del formalismo ruso es un gozo y también una actitud ética y estética por dos razones: 1) nos permitirá conocer o revisar las cuestiones literarias de los formalistas rusos, aportaciones sin las que no habría existido gran parte de la teoría literaria del siglo XX en torno al lenguaje literario y artístico y 2) nos ayudará también a leer algunos autores actuales y a entender la literatura como un hecho y un lenguaje dinámico y en constante evolución.
(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org).
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