Ivanov, primera
pieza dramática de Antón Chéjov, es un polvorín. La tensión no se acumula de
manera invisible como en otras obras; aquí, desde la primera escena, la
violencia emocional y psicológica golpea las paredes, y de qué manera. Por
momentos, me acordé del Bergman de Gritos y susurros o del Woody Allen de Maridos y mujeres.
Iván tiene 35 años y está hastiado de la
vida. No digo más, esto es una obra de Chéjov. Bueno, sí, añado que esta experiencia es altamente emocionante. Esto no es un teatro
convencional, esto es una casa, la Casa de la Portera, y los espectadores
seremos conducidos a las salas para comprobar, a tan solo unos centímetros de
los actores, qué sucede en la trama. Pero no digo más, no desvelo ninguna
sorpresa, el que quiera, que se acerque a comprobarlo. Ah, y otra cosa, la adaptación es brillante. Y qué decir del plantel de actores.
El propio Chéjov decía de su Ivanov: “El argumento es complicado y no es una tontería. Termino cada
acto como los cuentos: llevo la acción de manera tranquila y mansa, y al final
golpeo en la cara al lector”. No me parece mejor manera para describir el
efecto de esta versión sorprendente y emocionante del maestro ruso.
Para quien quiera consultar más
información de La Casa de la Portera así como la cartelera, aquí. Merece la
pena.
Interesante, estaba mirando a ver cuando puedo ir a verla, eres otra persona más que me la recomienda.
ResponderEliminarun saludo y encantado de conocer tu blog!
Hola Akaki:
ResponderEliminarLa verdad es que la obra merece la pena. Espero que te guste.
Saludos!