miércoles, 25 de julio de 2012

Poemas de Miguel Ángel Curiel





5

Pegaron patadas a un pan, patearon una gran hogaza de pan. Me puse un pan en la oreja y oí pájaros, oí el viento del trigo.

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29

Montones de piedras que no significan nada, pero alguien las acumula, las coloca, elige el lugar para el amontonamiento, se toma su tiempo y su fuerza. Después quedan mucho tiempo así. Se calientan y se enfrían, y nadie se las lleva. Nadie vuelve a esparcirlas ni a derribarlas. El amontonamiento de piedras es uno de los hechos más misteriosos del hombre. No significa realmente nada. El lenguaje se complica, los filósofos se oscurecen. Los poetas deberían hacer con el lenguaje diáfano, transparente, lo mismo. Amontonar piedras. Que cada poema fuera un amontonamiento de piedras.

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91

Noche abierta. Los árboles respiran como tú, de afuera a dentro. De ellos se ve a esta hora el contorno, la silueta, masas oscuras de ramas y hojas. Albergan nidos en las partes más altas. Pájaros dormidos a los que les basta un ápice de luz para despertarse. El hombre ronca.

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210

En mundo cada vez más veloz. Yo cada vez más lento.


(Miguel Ángel Curiel, Luminarias. (Cuaderno de Roma), Amargord, 2012).

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