¿Qué pasaría si en una pequeña ciudad apareciera de la nada un rinoceronte cruzando la plaza mayor y arrasando por doquier? ¿Qué sucedería si, además, el rinoceronte se instalara en el pueblo y la gente fuera aceptando este acontecimiento como algo cotidiano? ¿Qué ocurriría si, incluso, la gente acabara convirtiéndose paulatinamente en rinoceronte?
¿Incertidumbre?
¿Caos? ¿Preocupación?
¿Es el rinocerontismo una manera de
aceptar los totalitarismos, de dejarse seducir por el poder que
somete porque el pueblo se deja someter? ¿Es el rinocerontismo la
calma de los límites y las reglas frente al miedo y la incertidumbre de la libertad?
¿Es la metamorfosis una forma de corrupción?
(Rinoceronte, de Eugène Ioneco. Versión y dirección de Ernesto Caballero. Centro Dramático
Nacional, Teatro María Guerrero, Madrid. Del 17 de diciembre al 8 de
febrero. Más información aquí).
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