De
Profundis,
dirigida por Miguelanxo Prado (España, Portugal, 2006).
Miguelanxo Prado es un
autor de cómic con un estilo personal, creador de un mundo
reconocible por cualquier lector de cómics. Autor de obras tan
importantes como Fragmentos
de la Enciclopedia Délfica, Trazo de tiza, Tangencias o
Quotidiania
delirante,
es asimismo ganador de varios premios internacionales (Festival de
Angoulême, Festival de Barcelona, etc). Además de colaborar con
autores como Neil Gaiman o Laura Esquivel, también ha trabajado para
Hollywood en los dibujos animados de Men
in Black.
Ahora el autor gallego
sorprende con un proyecto arriesgado y artesanal: un film compuesto
por dibujos, que aúna cómic, pintura y música. De
Profundis
es una película de animación bastante atípica. Para empezar, es
muda, aunque con un importante contenido musical (compuesto por Nani
García) que supone no solo la banda sonora, sino también en muchos
casos la narración de la historia o los propios diálogos entre los
personajes, de manera que la música acaba fusionándose con las
imágenes hasta no poderse separarse de aquellas. Imágenes que están
basadas en un punto de vista plenamente pictórico, dando prioridad a
la textura, el color, el trazo, la composición; proyectando una
mirada poética más allá de la historia narrada. Si además,
añadimos, que prácticamente solo hay tres personajes principales,
cualquiera diría que se trata de un suicidio, pero Prado es un
artista que aporta una sensibilidad poética que alienta cada
proyecto que realiza. La animación a veces es mínima, y asistimos a
una sugerente mezcla de pintura, cómic y cine; con un movimiento
lento, a veces incluso con fotogramas estáticos, siendo la cámara
la que se adentra por ellos, mostrando recovecos y situaciones,
buscando la emoción y la contemplación.
El argumento parece
simple: una mujer espera la llegada de su pareja, un pintor que ha
partido a la mar en un barco pesquero. Mientras aguarda, la mujer
pasa el tiempo en una casa que navega por el mar, leyendo un libro y
tocando el violonchelo. Pero la realidad y la ficción se funden, de
manera que asistimos al naufragio del pintor en el barco pesquero,
emprendiendo un viaje por las profundidades marinas acompañado por
una sirena. La historia se convierte en un viaje existencial
donde el mar adquiere una importancia no solo simbólica, sino
también narrativa y hasta visual, para acabar cobrando sentido por
sí mismo. Este es otro de los intereses de la propuesta de Prado, la
superposición de historias que alcanzan mayor riqueza y matices en
su interrelación. Al final, tenemos una película que no es otra
cosa que un poema visual-musical.
(Reseña
publicada originariamente en www.deriva.org en 2007 y modificada
ligeramente).
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