Desde Flaubert, todo comienza a vacilar. Basta con leer las
grandes novelas del comienzo de nuestro siglo para constatar que, si la
disgregación de la intriga no ha hecho otra cosa que definirse en el curso de
los últimos años, ya había dejado de constituir la estructura del relato desde
hacía tiempo. Las exigencias de la anécdota son sin ninguna duda menos limitadoras
para Proust que para Flaubert; para Faulkner que para Proust; para Beckett que
para Faulkner… De quí en adelante, se trata de otra cosa. Narrar se ha convertido en
algo propiamente imposible.
(Alain Robbe-Grillet, Pour
un nouveau roman, París, Les Éditions de Minuit, 1963. Traducción de C.
H).
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