La meta está en Ítaca, de Álber Vázquez, San
Sebastián, Expediciones Polares, 2016.
En los últimos años hemos asistido a publicaciones notables
relacionadas con el mundo del running,
como el imprescindible Nacidos para
correr, de Christopher McDougall o la sugerente novela biográfica Correr, de Jean Échenoz (basada en Emil
Zatopek). En esta ocasión se trata de un agradable ensayo escrito por Álber
Vázquez y el tema no es otro que la mítica Behobia-San Sebástián, carrera
popular de 20 km que lleva produciéndose desde 1919.
La meta está en Ítaca cuenta en 20 capítulos (como el
número de kilómetros que separa el barrio irunés Behobia de San Sebastián)
distintos sentimientos que el autor, corredor habitual, tiene con respecto a la
behobia. Sin ser prolijo o pesado, se
detiene en algunos detalles que ilustran mejor la carrera, nutriéndose de
distintas anécdotas, así como de escenas y referencias literarias, musicales y
cinematográficas que acompañarán al autor/corredor para amenizar el esfuerzo de
llegar a la meta (desde Martin Scorsese al cómic Hellboy, pasando por David Bowie o Gabriel Celaya). Incluso hay
espacio para frases brillantes: “Si el Cielo existe, debe ser una piscina de
David Hockney”.
Una de las primeras cosas que llama la atención es el neologismo
que Váquez se saca de la chistera: pedestrista
en vez de runner, como una postura de
resistencia ante las modas lingüísticas, seguramente producto de las imposiciones
del mercado (¿por qué ya no decimos correr
sino running?).
No podemos obviar uno de los objetivos de este libro
entrañable: remarcar las cualidades
de la behobia con una voz entregada a
la causa sin ocultar su subjetividad, pues es evidente la relación de amor que
el autor mantiene con la carrera guipuzcoana. Vázquez también dedica momentos
para los voluntarios que ayudan a que la carrera pueda celebrarse o a corredores
“anónimos” que con su esfuerzo ensalzan el valor de los retos, sirviendo de
homenaje a esas personas en las que normalmente nadie se fija. No olvidemos que
se trata de una “descomunal carrera popular” (cada año participan cerca de 30.000
corredores, siendo una de las más importantes de España).
Muchas veces, uno hace cosas que vistas desde fuera no tienen
mucho sentido. Como correr 20 km por las calles de distintas ciudades subiendo
rampas y acumulando desnivel un domingo de noviembre. Incluso, el propio
corredor se preguntará durante la carrera qué sentido tiene sufrir y pagar por
ello. Por eso La meta está en Ítaca
es una lectura que refleja algunos estados de ánimo. Porque eso que puede no
tener demasiado sentido para muchos, acaba cobrando un extraño valor, algo que
la corredora Oihana Kortázar (también “personaje” del libro) parece resumir muy
bien: “Los que corremos somos personas constantes, pacientes y luchadoras, que
comprendemos que sufrir significa saber que se está dando lo mejor de una
misma”.
El libro, evidentemente, es aconsejable para corredores y
deportistas en general, pero también supone una lectura simpática para todo
aquel que quiera acercarse al mundillo runner
y a una carrera especial, como es la Behobia-San Sebastián. Como dirían algunos
de los personajes del libro, correr es sentirse vivo y se experimenta una
plenitud que llena al individuo. Tal vez porque, para algunos, es una manera
efímera de acercarse a la felicidad.
(Reseña publicada originariamente en www.elimparcial.es en febrero de 2017).
No hay comentarios:
Publicar un comentario