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Hace tan
solo unos días fallecía Sam Shepard (1943-2017). Dramaturgo, narrador, poeta, guionista, actor y músico
estadounidense, Shepard era un autor prolífico que, sin embargo, no ha sido -hasta
ahora- lo suficientemente traducido y publicado en España, pues apenas se
conocen piezas teatrales suyas, teniendo en cuenta que escribió más de cuarenta
obras dramáticas y fue ampliamente representado en los escenarios de su país,
además de haber conseguido el premio Pulitzer. Una de sus facetas más conocidas
es la de actuar en decenas de películas, si bien destaca su papel como
guionista en Zabriske Point, dirigida
por Michelangelo Antonioni en 1970 y Paris,
Texas, dirigida por Wim Wenders en 1984.
En España lo
conocemos, sobre todo, como narrador: se han publicado varios libros de relatos y
crónicas, todos ellos en Anagrama. La escritura de Shepard en sus cuentos es
deudora de Chejov y Hemingway, dando prioridad a los detalles y al poder de
sugestión, utilizando pocos recursos narrativos que, sin embargo, permiten
crear ambientes y diálogos donde los personajes intentan sobrevivir en un mundo
que les resulta extraño y lejano, de tan “real”. Muchos de estos textos son dispositivos
extrañamente bellos y perfectos y abundan los finales abiertos: “Cruzando el
paraíso”, “Colorado no es un cobarde”, “El hombre que curaba a los caballos”, “Coalinga
a medio camino”, “Los gatos de Betty”, “El ojo parpadeante”.
También
escribió jugosas crónicas esparcidas en libros como Crónicas de motel, Luna
Halcón o Cruzando el paraíso,
además de Rolling Thunder: con Bob Dylan
en la carretera. Se puede
apreciar en su escritura que Shepard vivió con intensidad, que viajó por el ancho continente americano y que su mirada es profunda y se detiene en
pequeños detalles que para la mayoría suelen pasar desapercibidos, un poco al
estilo de la pintura de Edward Hopper. De alguna
manera, en su escritura se cumple una premisa que reza en uno de sus relatos
más celebrados: “La vida es lo que te pasa mientras haces planes para otra cosa”.
A modo de homenaje,
Patti Smith, con quien Shepard tuvo una relación de amistad durante décadas,
publicó en The New Yorker una emotiva
carta de despedida (ver aquí).
Ver su obra
publicada en la editorial Anagrama (aquí).
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