Entre la tormenta de series que nos llegan desde tantas plataformas (Netflix, HBO, Amazon Prime, Filmin, Movistar, Apple TV), a veces, cuesta separar el grano de la paja y encontrar títulos que satisfagan los paladares. Hay tal cantidad de series, que realmente resulta una experiencia desconcertante decidir cuál empezar a ver o a cuáles dedicarles “tu tiempo”.
HBO es una plataforma que siempre ofrece títulos de calidad, ya sean producciones propias o no. Puede que su catálogo no sea tan mastodóntico como otros, ni que todos sus títulos tengan el mismo nivel, pero seguramente eso le permite seleccionar mejor sus productos. Hay series para todos los gustos, pero llenas de incuestionable calidad: desde las ya clásicas Los Soprano, A dos metros bajo tierra y The Wire, a las más recientes Heridas abiertas o Euphoria, pasando por True Blood, True Detective o miniseries como Olive Kitteridge y Chernobyl. Por eso no extraña que podamos encontrar una serie como Gösta, dirigida por Lukas Moodysson, autor de películas notables como Fucking Åmål, Together o Lija 4-Ever.
Para quien esto escribe, Gösta es una de esas delicias de HBO, aunque probablemente para muchos pasará desapercibida. Entre la comedia y el drama, la serie se mueve en un tono ligero y a la vez profundo. El protagonista es Gösta, un joven psicólogo infantil que se ha trasladado a una zona rural para trabajar en un centro con menores. Gösta es entrañable, políticamente correcto y lo que suele llamarse “un buenazo”. Siempre se ve rodeado de personas frágiles e incluso marginales. Nunca dice “no”, ayuda a viejitas a llevarles la compra a su casa, mantiene a un refugiado en su domicilio y acoge a todo ser que le pida ayuda. El problema vendrá cuando algunas de esas personas (no quiero dar más detalles más para no cometer spoilers) se aprovechen de él, sobre todo dentro su núcleo más cercano.
Uno piensa al principio que Gösta es muy amable y buena persona, pero poco a poco se va dando cuenta de que tanta amabilidad resulta violenta. ¿Puede haber algo que chirríe tras esa apariencia tranquila y empática, que rebosa bondad?
La serie tiene profundidad psicológica de personajes, pero se presta también a una lectura sociológica. O a varias. Como la de los adolescentes, perdidos en un mundo tecnologizado e hiperconsumista que no les permite reconocerse a sí mismos. Por la consulta de Gösta, pasan niños y adolescentes deprimidos, con déficit de atención, otros que sufren bullying. En todo caso, adolescentes con una baja autoestima. Pero tampoco parece que los adultos e incluso los más mayores estén satisfechos con sus vidas; pareciera como si nadie pudiera ser feliz. Por otro lado, tenemos la lectura de un país, Suecia, abanderado durante décadas del bienestar y un modelo de organización social, que aquí se muestra como poco solidario, si nos atenemos a los personajes que pululan alrededor de Gösta: egoístas, narcisistas e incluso aprovechados y quejicas. Decía el filósofo Byung-Chul Han: “Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista. (…) El narcisismo no es ningún amor propio” y “deambula por todas partes hasta que se agota en sí mismo”; algo que podemos apreciar en Gösta. Al final, uno se pregunta: ¿vivimos realmente en una sociedad enferma?
(Gösta, dirigida por Lukas Moodysson. HBO, 2019, Suecia. 1 temporada).
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