sábado, 14 de mayo de 2011

Remy de Gourmont nos avisa desde su nave espacial

¿Qué podrían tener en común un puñado de aforismos de un autor francés del siglo XIX y una película de Ciencia Ficción producida por la 20th Century Fox en el año 1951? Tanto, como permite la estupidez humana, es decir, mucho.

Ayer releí algunos aforismos de Remy de Gourmont en uno de los Clubs de Lectura que dirijo, y disfruté de nuevo ante las sentencias de una inteligencia mordaz como pocas. Un hombre que se ríe continuamente del género humano y que, sobre todo, todo lo cuestiona: la inteligencia, la cultura, la tradición. Después fui a ver a la Filmoteca Ultimátum a la Tierra (The Day the Herat Stood Still) dirigida en 1951 por Robert Wise, y me sorprendió su mensaje crítico. EEUU estaba inmerso en la Guerra Fría y la estupidez humana llegaba a límites insospechados (que perduran hasta hoy). Un alienígena es enviado a la Tierra para advertirnos de que deben cesar las guerras y la producción de energía nuclear, porque la Tierra está poniendo en peligro la paz en el Universo. Me gustó porque el filme supone una crítica al totalitarismo estadounidense de los años 50, pero también porque sigue siendo una lectura actual de las cosas que pasan en la Tierra. Los terrícolas no han cambiado nada en 60 años, si acaso, se han empecinado más en su empeño de demostrar su ignorancia y desacreditar su inteligencia. Y mientras veía la película me venían a la cabeza algunos de los aforismos de Remy de Gourmont: “Un azar dio al hombre la inteligencia. Él la empleó: inventó la estupidez”. Por eso, el alienígena, perfectamente interpretado por Michael Rennie, mira a los terrícolas con una media sonrisa donde se vislumbra otro de los aforismos de Remy de Gourmont: “Solo una cosa distingue a los hombres de los animales, convirtiendo a la especie humana en la más feroz de todas y volviéndola, para empezar, contra sí misma: el fanatismo”.

(Aprovecho la ocasión para añadir una reseña que publiqué hace unos años en Deriva. Cuanto más releo Pasos en la arena, más me gusta, y más claro tengo que la estupidez humana es insuperable).



Pasos en la arena, de Remy de Gourmont (Traducción de Luis Eduardo Rivera, Ed. Periférica, 2006).

Remy de Gourmont, escritor francés nacido en 1858 y fallecido en 1915, fue uno de los principales críticos literarios de finales del s. XIX y principios del XX, cercano a los simbolistas, amigo de Mallarmé o Villiers de l’Isle Adam, cofundador de la prestigiosa revista y editorial Mercure de France. Dice Luis Eduardo Rivera en el estupendo prólogo de Pasos en la arena, que se trata de un precursor, pero que hoy sus novelas han quedado desfasadas, no así sus ensayos y aforismos, alejados del simbolismo de su narrativa y armados con un leguaje claro y sencillo, siendo uno de los autores que “inauguró el ensayo moderno francés, y que sigue siendo, todavía hoy, uno de sus representantes mayores”, trazando un puente que va desde Montaigne a Roland Barthes, pasando por Diderot. Así pues, la carta de presentación de Remy de Gourmont parece cuando menos, notable.

Pero vayamos al libro que nos presenta la editorial Periférica. Los aforismos y epigramas que afloran por estas páginas –por primera vez publicados en España- tratan los temas más diversos, desde la política, hasta la filosofía, la religión, la moral o la literatura, siempre con un lenguaje claro: “Se debe escribir bien, pero es preferible expresar un pensamiento sin arte aunque con claridad, que decirlo de una manera confusa y embrollada”, entre los que asoma a veces la ironía, el desencanto, la acidez del que se sitúa al margen, observando el mundo, desentrañando sus incoherencias, desenmascarado sus dogmas. Es indudable la influencia de Nietzsche. La edición, muy cuidada, a cargo del propio traductor Luis Eduardo Rivera está completada con un espléndido comentario incluido al final del libro de Paul Léautaud y una semblanza de Guillaume Apollinaire que enriquecen la visión de este singular escritor y pensador, hasta ahora, prácticamente desconocido en lengua española.

Abundan máximas, entre cómicas y certeras, que ponen en entredicho a la humanidad: “Un azar dio al hombre la inteligencia. Él la empleó, inventó la estupidez”. Otro aspecto que sobresale de este librito es el cuestionamiento de Gourmont ante los valores que para muchos han sido siempre sagrados, pues él utiliza la disociación para desvelar lugares comunes y desarmarlos, pero sin quedarse en la simple desaprobación, ya que además sabe crear nuevas (re)visiones de estos mismos valores con sus sentencias. Algunos de sus mejores y más incisivos aforismos pertenecen al epígrafe “Sobre la inteligencia”, demostrando su ironía, pero también su desencanto ante la estupidez humana: “La inteligencia es un don natural, que debe cultivarse, sin hacerse ilusiones sobre su utilidad, como un arte de pasatiempo”.

Leyendo Pasos en la arena nos dejaremos llevar sin esfuerzo por entre estos aforismos y epigramas brillantes y pensaremos que la persona que los escribió era un espíritu libre, crítico y sobre todo, independiente. Lo reflejan muy bien estas palabras de Léautaud al final del libro, hablando de Remy de Gourmont: “Era un observador. Observaba, analizaba, -disociaba, como él decía- los hechos, las ideas, los sentimientos”. Este Pasos en la arena tiene dos grandes virtudes: una, descubrirnos a un gran pensador, necesario; otra, saber que siempre podremos volver a sus aforismos, porque no parecen agotarse en su afán revelador y renovador.

2 comentarios:

  1. Hola, Carletes,
    esto es una sorpresa porque también vi las dos versiones de Ultimátum a la Tierra, la primera película de Robert Wise, con Rennie, y la versión actual, de hace un par de años, con Keanu Reeves. El mensaje es el mismo, pero con una variante. Y es cierto, en la de Rennie, se avisa para que haya cambios a contrarreloj, y en la Reeves, el mensaje es inevitable. Pero la antigua es mucho más fácil de soportar (es una joya de la ciencia ficción cinematográfica)y la moderna, de una sosería mortal, y con el mensaje de protesta, quizás criticando el 11-S, que es lo que quiso mostrar el director. Buenos efectos digitales, pero muy aburrida y lenta. Y gracias por la información sobre De Gourmont. Aún no he leído nada suyo, pero conocía al personaje. El pasado enriquece, se suele decir, y, en especial, un autor de la talla de Rémy, nunca pasa inadvertido.
    Un abrazo.
    Nos vemos en el Club.

    ResponderEliminar
  2. Hola Hyeronymus:
    no he visto la versión que dices con Keanu Reeves, pero me imagino que no supera a la de Wise. Y sobre los aforismos de Remy de Gourmont son de una clarividencia, que da miedo...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar