viernes, 9 de marzo de 2012

Barrio lejano, de Jiro Taniguchi


Barrio lejano, de Jiro Taniguchi (Ponent Mon, 2010. Edición integral).

¿Se puede viajar al pasado y revivir las cosas que uno ya había olvidado? ¿Cuántas cosas nuevas descubriríamos y cuántas intentaríamos evitar?

Sobre estas preguntas se construye Barrio lejano, una de las novelas gráficas más conocidas y celebradas del japonés Jiro Taniguchi, autor también de títulos como El caminante o El almanaque de mi padre. Anteriormente publicada en dos tomos y desde 2010 recogidos en una edición integral, Barrio lejano es una historia atractiva desde la primera página: un hombre de 48 años se convierte de repente en un niño de 14. Hiroshi Nakahara se equivoca de tren cuando se disponía a volver a su casa en Tokio, y se da cuenta de que se dirige a Kurayashi (Tottori), su pueblo natal, al que hacía años que no volvía. Allí visita la tumba de su madre, pero ante el ligero sopor que lo ha invadido desde el tren, descubre que se ha transformado en el niño que fuera hace muchos años. Esta escena es el detonante de la historia.

Como decía, la trama ya atrapa desde el planteamiento. Y si las narraciones clásicas suelen tener la estructura de “planteamiento, nudo y desenlace”, Barrio lejano responde a esa armazón narrativa, de manera que el mayor interés por parte del lector residirá en comprobar cómo se desarrolla una idea ya de por sí fascinante, gracias a los detalles y los matices que Taniguchi introduce con sutileza y que apuntan hacia un final expectante a la vez que sugerente. El viaje homérico, ese cúmulo de grandes experiencias que uno arrastra consigo, es lo que lleva al protagonista a la reflexión y posteriormente al cambio (¿o tal vez sea primero el cambio, y después uno se dé cuenta -por medio de la reflexión- de esta transformación que ha sufrido?).

A esa construcción de la trama clásica, hay que añadir un estilo deudor de la línea clara franco-belga: trazo definido, dibujos realistas, líneas rectas, encuadres de interiores, y una planificación espacial que recuerda al cine de Yasujiro Ozu, además de un ritmo pausado, donde los detalles pueden apreciarse con más detenimiento, y las emociones, que a veces quedan veladas, florecen con la lentitud y la naturalidad de un cerezo.

¿Qué queda de ti, qué puedes ver y sentir de lo que fuiste y qué ves y sientes ahora? ¿En quién te has convertido? ¿Cuánto te has mentido durante todos estos años? La historia que crea Taniguchi contiene suficientes elementos como para provocar que el lector se enfrente a su propio espejo, algo que la mayoría normalmente intentamos evitar, y eso puede acarrear descubrimientos inesperados. Es lo que le sucede al personaje Hiroshi, porque Barrio lejano tiene la cualidad de hablarnos de experiencias que todos podemos vivir, de las cosas invisibles que tienen diferentes etiquetas pero que están ahí y forman parte de nuestro pasado y de nuestro presente. Fantasmas, miedos… la vida, al fin y al cabo.



2 comentarios:

  1. Hola, Carletes,
    es curioso esta novela gráfica. De hecho, en el Club de Lectura, leímos "La Ciudad de Cristal" por Karasik y Mazzuchelli. Creo que esta obra también es muy simbólica. Pero soy más de manga de acción. Este cómic es para leerlo una tarde y con tranquilidad.
    Abrazos, H.

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  2. Hola Hyeronymus:
    está claro que 'Barrio lejano' tiene poca acción, eso sí, belleza y una buena historia le sobra. ¿Qué te pareció 'Ciudad de cristal'? Yo he leído la novela de Auster y tengo el cómic, pero no lo he leído, a ver si me animo...
    Un abrazo.

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