Los peces y los árboles se parecen.
Se parecen en los anillos. Si hiciéramos un corte horizontal a un árbol veríamos sus anillos en el tronco. Un anillo por cada año transcurrido, es así como se sabe la edad del árbol. Los peces también tienen anillos pero en las escamas. Y al igual que sucede con los árboles, gracias a ellos sabemos cuántos años tiene el animal.
Los peces nunca dejan de crecer.
Nosotros no, nosotros menguamos a partir de la madurez. Nuestro
crecimiento se detiene, y los huesos comienzan a juntarse. El cuerpo
se encoge. Los peces, sin embargo, crecen hasta que se mueren. Más
rápido cuando son jóvenes y, a partir de cierta edad, más
lentamente, pero sin dejar nunca de crecer. Y por eso tienen anillos
en las escamas.
(Kirmen Uribe, Bilbao-New
York-Bilbao, Seix Barral, 2009).
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