La gente en la cafetería tiene ese aspecto pero solo hasta que recoge los sombreros y las cosas, porque
la melancolía es también una señal que se envían unos a otros,
una especie de “Buenas noches, señoras”, un intercambio de
amabilidades sinceras. ¿Qué clase de individuo sonríe abiertamente
en el momento del lánguido acopio de prendas y la tristeza de
empezar a partir? Es una señal: “Abandonas esta mesa que tanto
había prometido -es nuestro obsequio a los tristes”. Ese ánimo se
quiebra con solo una palabra; luego se encaminan hacia la puerta
-ríen, arrojan ecos al escenario de su desastrosa humanidad -ganan a
pie la calle y respiran los nuevos aires que abastecen el mundo.
Ah, los corazones delirantes de todos
nosotros.
(Jack Kerouac, Visiones de Cody,
Ediciones Escalera, 2014.
Traducción de Daniel Ortiz Peñate).
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