Tentativa de agotamiento de un
lugar parisino, de Georges Perec. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2012.
Traducción de Maurici Pla.
Los libros de Georges Perec son
inclasificables, y sin embargo, este librito es un intento de clasificar
distintos acontecimientos, situaciones y objetos, de un rincón de París.
Georges Perec asumió este experimento durante tres días del mes de octubre de
1974, ubicándose en distintos puntos de la plaza de Saint-Sulpice a distintas
horas del día, mientras anotaba lo que veía. Imaginemos que cualquiera de
ustedes se sienta en una plaza o tras un ventanal de un café o un hotel y se
dispusiera a observar todo cuando acontece en ese rincón. Como escenas de una
película casi muda (aunque con sonido ambiente), usted podría no solo mirar,
sino anotar las cosas que le llaman la atención. Durante esos minutos, usted
sería alguien privilegiado, pues esa plaza, una parte pequeña y casi ínfima de
la ciudad, estaría a sus pies y usted repararía en detalles ínfimos sobre los
que nadie más fijaría su atención. La vida está llena de momentos que solemos
obviar, y Perec se encarga en Tentativa
de agotamiento de un lugar parisino de demostrarlo.
Si alguien se asoma a este libro
con curiosidad, encontrará no pocas excusas para comparar objetos, comportamientos
o situaciones con la actualidad y comprobará cómo ha cambiado la configuración
de la vida de una calle parisina, madrileña o mexicana de 1974 con respecto a
la actualidad. Por ejemplo, se me ocurre pensar que tal vez en estos tiempos,
las librerías o pequeños comercios serían sustituidos por tiendas de móviles,
bancos o franquicias de ropa… Y tal vez sea ese uno de los objetivos del autor
francés: minusculizar la realidad y detenerla para, con el paso del tiempo,
constatar cómo se ha ido transformando.
¿Qué es la ciudad sino una suma
de pequeños objetos, y qué es el hombre moderno sino un cúmulo de anodinas
experiencias cotidianas? Perec, que decía en su novela W o el recuerdo de la infancia: “Ahora, los recuerdos existen,
fugaces o tenaces, fútiles o pesados, pero nada los pone en orden”, trata de
reconstruir el vacío en la mayoría de sus libros. En algunos casos el vacío lo
constituye una letra; en otros, un recuerdo; en Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, el vacío es el
tiempo en su momento presente, ligado al espacio urbano. Todo cuanto sucede
desde el rincón de Perec, es cuidadosamente anotado, precisamente porque es
banal y porque además desaparece al instante. Y eso, que parece una experiencia
vacía, constituye por sí mismo un intento de recuperar la vida. Muchas veces la
realidad cotidiana se nos escapa, pero está repleta de momentos anodinos que
acaban conformando “lo que ocurre cuando no ocurre nada”.
Perec define muy bien la
concentración del espacio urbano que contiene “varias decenas, varios
centenares de acciones simultáneas, de microacontecimientos, que implican cada
uno de ellos posturas, actos motores, gastos de energía específicos”. Eso es la
vida en la gran ciudad, el agotamiento de las acciones, de los actos físicos,
de los recorridos y los movimientos. El observador es un narrador en tercera
persona testigo, y ese es otro de los atractivos de este libro, pues en la
frialdad de esa lejanía del sujeto-narrador se asienta la esencia del voyeur, del verdadero narrador que
contempla sin llegar a participar en la acción. A su vez, se trata de un
ejercicio puramente descriptivo, algo constante en la obra Perec, pues en ese
detallismo aparentemente clínico se concentra una mirada incisiva y poética de
la realidad. A veces, en esa anotación de acontecimientos cotidianos, se
vislumbran reflejos del sentido de la vida: “Lo demás parece aleatorio,
improbable, anárquico. Los autobuses pasan porque tienen que pasar”.
Para Perec, muchas veces lo no
literario forma parte de lo literario, y al revés. Si lo pensamos bien, este
libro, así como otros del autor francés (tales como Me acuerdo, Especies de espacios o Lo infraordinario) son
radicales –todavía hoy- en sus propuestas, por cuanto tiene de antiliterario,
por cuanto es capaz de aglutinar su literatura.
Merece una mención aparte la
cuidada edición de la editorial Gustavo Gili, curiosamente –o no tan
curiosamente-, una editorial de arquitectura, diseño, moda, arte y fotografía.
Hola, Carletes,
ResponderEliminarinteresante publicación. Es posible que la editorial decidiera publicar el libro de Perec porque se trata de observar los cambios de la realidad, anotados de la propia realidad parisina, para comparar entre ese año 1974 (yo tenía 1 o 2 años) y la actualidad. Pero el experimento es interesante. ¿El libro lo venden en la Fnac o en la Casa del Libro?
Abrazos, H.
Hola Hyeronymus:
ResponderEliminarel experimento, como todos los de Perec, merece la pena. Me imagino que el libro lo venden en estas librerías, yo lo he visto incluso en otras.
Nos vemos... hoy...
Un abrazo!