Vals con Bashir, dirigida por Ari Folman (Israel, 2008).
El comienzo de Vals
con Bashir tiene la potencia de un poema de Arthur Rimbaud o de Allen
Ginsberg. Extrañeza, ritmo y expresividad a raudales. El comienzo puede ser el
germen de la historia. El prólogo. Pero también puede contener el sentido del
filme. Los perros que le persiguen a uno, casi sin saber por qué. Y arrasan con
todo, se lo llevan todo por delante. Porque el subconsciente está lleno de
capas, de habitaciones, de puertas cerradas. Y la memoria puede ser una jauría de perros.
Agresivos. Peligrosos. Porque el subconsciente puede
esconder la culpabilidad y el olvido. La (in)capacidad de recordar.
Vals con Bashir es
un poema narrativo, un ensayo sobre la memoria y la (in)capacidad de recordar y
olvidar, un documental sobre la guerra. También es un juego,
una indagación. Una mezcla de realidad y ficción. Un experimento de lenguaje
cinematográfico. Y una experiencia desde la belleza y el horror.
(Añado la película que está -de momento- disponible en Vimeo):
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