-Feliz…
-dije entre dientes, tratando de apresar la palabra. Pero es una de esas
palabras, como “amor”, que jamás he entenddo cabalmente. La mayoría de la gente
que trabaja con las palabras no tiene mucha fe en ellas, y yo no soy una
excepción (sobre todo si hablamos de las grandes palabras como Feliz y Amor y
Honrado y Fuerte). Son demasiado huidizas y sobremanera relativas cuando las
comparamos con otras palabras pequeñas y humildes y cortantes como Gamberro o
Barato o Farsante. Con éstas me siento cómodo, porque son desnudas y fáciles de
retener, pero las grandes palabras son duras y tendrías que ser cura o necio
para utilizarlas con un mínimo de seguridad y soltura.
(Hunter
S. Thompson, El diario del ron, Anagrama, 2002. Traducción de Jesús
Zulaika).
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