miércoles, 28 de octubre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
Ángel Crespo: La pintura
La pintura
1
Escribir un caballo en una sombra,
esconder una rosa en un armario,
reducir a debidas dimensiones
formas desmesuradas,
poder llevar el sol en una cesta,
tocar con nuestros labios
la carne que trasciende.
Reducir a sistemas materiales
todo lo que del hombre se apodera,
lo que le hace soñar por la mañana
que ha dormido la noche estando muerto,
y le hace desear segundo tacto
para palpar la nada,
segundos ojos para ver lo oscuro,
segundo olfato para oler su aroma,
décima lengua para hablar su lengua.
Esto se realiza,
se hiergue ante nosotros
en telas, tablas, piedras y papeles,
nos muestra los deseos
y el resplandor contrario;
a veces, lo que vemos y tan pronto se olvida.
Lo que nunca creímos
nos dicta su evidencia envuelta en voces,
nos prodiga remedios,
suelta las plagas en veloz desfile,
desciende a nuestras manos
y come el pan que en ellas se nos pudre.
Hablo de la pintura, de la carne
inmortal y de todos los colores:
hablo del rojo que nos da en la frente,
del azul que nos habla,
del negro que nos toca,
del violeta herido, de los verdes,
del incauto amarillo.
Hablo de hablar colores sin descanso.
(Ángel Crespo, Antología
poética, Cátedra).
sábado, 17 de octubre de 2015
Basquiat: ahora es el momento
Jean-Michel
Basquiat nació en 1960 y murió con tan solo 27 años, en 1988; sin embargo, su
legado sigue teniendo vigencia a día de hoy. Más allá de los artificios que el
mundillo del arte ha creado en torno a él, Basquiat tiene interés suficiente
para provocar a los espectadores, así como para que estos diluciden sobre su
propuesta y los puentes que tiende con otras manifestaciones
artísticas. La mezcla es una constante en su obra, utilizando la técnica del
collage, con influencias del graffiti, Picasso, De Kooning o Andy Warhol.
La expresividad
que late en sus pinturas supone ya de por sí un atractivo. Una de las cosas que
más me llamó la atención de la exposición fue descubrir una temática ecléctica,
con referencias a culturas primitivas, escenas urbanas o personajes populares. El otro aspecto que
me llamó la atención fue el uso de la ironía en cuadros como "Irony of a
Negro Policeman", una pintura que denuncia la violencia policial,
aludiendo a la paliza que recibió su amigo afroamericano Michael Stewart a
manos de la policía (un tema que por desgracia, sigue teniendo plena vigencia
hoy) o "Caballo de raza negra-Jesse Owens", ironizando sobre el
racismo del Tercer Reich y la hazaña lograda por Owens en los JJOO de Berlín
1936. En esa conciencia social, cabe también la crítica al mundo del arte y la
explotación de sus obras, la hipocresía social y la lucha de clases.
Muchas de sus
pinturas podrían considerarse punk por cuanto tienen de rebeldía y de provocación, si bien sus preocupaciones políticas y
sociales, en especial, del mundo de los negros y la marginalidad, sumado a la
técnica de sampling, lo emparentan con la cultura del hip hop. Entre sus sedimentos, uno percibe influencias que van el
escritor William S. Buroughs hasta Martin Luther King. Su pintura, además de
sugerir desde su poesía y extraña narrativa, también invita a la reflexión.
Añado los trailers de dos películas que dialogan con Basquiat, la cinta de Julian Schnabel basada en su vida y Permanent
Vacation, el primer filme de Jim Jarmusch, con cierto aire al Nueva York de Basquiat, así como analogías con los espacios urbanos marginales creados por el pintor.
(Exposición del 3 de julio al 1 de noviembre de 2015, Museo
Guggenheim Bilbao. Más información aquí).
viernes, 9 de octubre de 2015
Virgilio Piñera: El infierno
El infierno
Cuando somos niños, el infierno es nada más que el nombre
del diablo puesto en la boca de nuestros padres. Después, esa noción se
complica, y entonces nos revolcamos en el lecho, en las interminables noches de
la adolescencia, tratando de apagar las llamas que nos queman —¡las llamas de
la imaginación! Más tarde, cuando ya no nos miramos en los espejos porque
nuestras caras empiezan a parecerse a la del diablo, la noción del infierno se
resuelve en un temor intelectual, de manera que para escapar a tanta angustia
nos ponemos a describirlo. Ya en la vejez, el infierno se encuentra tan a mano
que lo aceptamos como un mal necesario y hasta dejamos ver nuestra ansiedad por
sufrirlo. Más tarde aún (y ahora sí estamos en sus llamas), mientras nos
quemamos, empezamos a entrever que acaso podríamos aclimatarnos. Pasados mil
años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le
contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento.
Por fin llega el día en que podríamos abandonar el infierno, pero enérgicamente
rechazamos tal ofrecimiento, pues ¿quién renuncia a una querida costumbre?
(Virgilio Piñera, Cuentos
fríos. El que vino a salvarme, Cátedra, 2008. Edición de Vicente Cervera y
Mercedes Serna).
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