martes, 15 de diciembre de 2009

Combates, de Ednodio Quintero

(La lectura de Combates ha sido un descubrimiento. Esta es la reseña que he publicado para Deriva).
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Combates, de Ednodio Quintero (Candaya, 2009, Prólogo de Carmen Ruiz Barrionuevo).

El escritor venezolano Ednodio Quintero comienza a cobrar importancia en España, gracias al esfuerzo de la editorial Candaya por publicar su obra. Si en un primer momento la novela Mariana y los comanches fue recibida por la crítica con gran interés, ahora llega el turno a una faceta siempre comprometida, la de cuentista. En concreto, este volumen corresponde a su última etapa, los relatos escritos entre 1995 y 2000, ya que posteriormente saldrá otro libro, Ceremonias (1974-1994), que cerrará los Cuentos Completos del narrador venezolano.

Ya desde el título se sugiere que asistimos a una experiencia intensa donde no habrá concesiones para el lector por cuanto tiene de intrépido cada relato y cada frase. No olvidemos el acertado comentario de la crítica aludiendo a la escritura de Quintero como una “poética del vértigo”, que puede recordar a ratos a Juan Rulfo por la fisicidad y la violencia rural, aunque en el caso del venezolano los relatos se tornan más poéticos, mientras en los del maestro mexicano resultan mucho más secos y elípticos. En todo caso, la mayoría de los textos de Combates son fascinantes, y algunos de ellos, sencillamente magistrales. Con un estilo hiperrealista unas veces, expresionista otras, la lectura supone una experiencia que hace honor al título del libro, y en más de un caso, el lector acabará “noqueado” -en el mejor sentido del término- por la poderosa y cristalina prosa del autor y creerá oírse a sí mismo la respiración jadeante confundiéndola con la de los distintos personajes, los cuales sufren la desazón, la desesperación, la lucha por la supervivencia, resultando muchas veces aturdidos, perdidos, como envueltos en un halo incomprensible ante los hechos que se desencadenan, sin apenas referentes a los que agarrarse, donde no es fácil separar la realidad más cotidiana y la onírica, de manera que lo vivido y lo imaginado se (con)funde: “¿Qué estoy diciendo? Empiezo a delirar. Falsifico mis propios recuerdos”. También los propios personajes se preguntan qué será de ellos ante la total incertidumbre: “¿Hallaré algún tesoro oculto entre los rescoldos de ese miserable fogón?”. Para colmo, es común que el personaje protagonista se encuentre en una situación de no poca ansiedad donde ni siquiera sabe cómo ha llegado a tal extremo: “¿Qué hacía yo danzando como una marioneta en aquel paisaje de pesadilla? De verdad, no lo sabía”. En este mundo quinteriano, los seres pueden estar confundidos, metamorfoseados como en la pintura de Francis Bacon: “El hombre –ángel, bestia o mujer-“, de manera que asistimos a una experiencia kafkiana, un viaje iniciático sin billete de vuelta. El hombre lucha contra sí mismo, se pelea con sus propios fantasmas (y se convierte en ángel, bestia o mujer) para superar las adversidades del destino (que por momentos, desprenden reminiscencias de la mitología griega). Sin embargo, muchos de los relatos, sobre todo los reunidos bajo el título de Combate, podrían leerse como poemas en prosa por varias razones: por su intensidad, por el ritmo marcado de sus frases, por la belleza descarnada de sus imágenes, por la configuración de un universo propio. “Sobreviviendo”, ”El silencio” o “Combate” son claros ejemplos de ello. Otros, como “El sur”, “El otro tigre” o “Un rostro en la penumbra” cuestionan el pasado, las experiencias vividas, dando lugar a un interesante juego de espejos (que remite a esa literatura tan fecunda en América Latina gracias a escritores como Borges o Cortázar, e incluso algunos textos de Onetti o Fuentes). En todos ellos hay una búsqueda de la identidad, una tensión entre la vida y la muerte que en muchos casos acaba por demostrar que no todas las cosas son alcanzables. En este sentido, su escritura es similar a la de Bolaño por cuanto tiene de lucha, de morder el polvo, lo que el propio Quintero ha reconocido como “combatir y no poder eludir el combate”.

Antes hemos aludido a la frontera borrosa entre relatos y poemas. Muchos de los relatos aquí presentes contienen la fuerza de un buen poema, la precisión y la sugerencia, esa difícil ambivalencia que supone una motivación para los lectores exigentes. Con un uso del castellano limpio, castizo, lleno de fuerza a la vez que exactitud, los relatos de Quintero están urdidos a partir del lenguaje, lo que no suele ser habitual. Hay pocos escritores que aporten algo diferente y de calidad cuando publican relatos. Algunos publican cuentos por encargo, otros sencillamente escriben cuentos más o menos válidos, pero son pocos los que se sumergen (no se me ocurre otra palabra mejor para ilustrar la manera de enfrentarse a este género narrativo) hasta el fondo y después son capaces de salir a la superficie para mostrar la punta del iceberg. Por derecho propio, Ednodio Quintero demuestra con este libro que es un cuentista de raza, de los que exigen una lectura activa por parte del lector. Esperamos con ganas la nueva entrega de Candaya, y así podremos comprobar y contrastar la evolución de los relatos de un escritor ya importante. Por cierto, el prólogo de Carmen Ruiz Barrionuevo no hace sino confirmar la atracción de la escritura de Quintero, además de servir para comprender mejor una poética repleta de hallazgos.



lunes, 14 de diciembre de 2009

Ednodio Quintero y Vila-Matas

Acabo de descubrir a Ednodio Quintero. Su libro de relatos Combates me ha dejado sin aliento -es uno de esos libros que conviene leer poco a poco para poder digerirlo-. He escrito una reseña para Deriva que publico también aquí, pero de momento, os dejo la presentación de Combates junto a Enrique Vila-Matas perteneciente a Canal-L.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La mirada de Wenders


El sábado asistí a la exposición de fotografía “Wim y Donata Wenders: como si fuera la última vez” en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La exposición consta de fotografías de Wim Wenders y su mujer -Donata, directora de fotografía-, como un diario de rodaje sobre sus filmes desde 1995, y merece la pena para cualquier aficionado al cine del alemán, así como para cualquiera que simplemente busque poesía en imágenes.

Siempre he pensado que el cine de Wenders es puramente visual, donde las imágenes adquieren un valor por encima del argumento. El alemán es de esos realizadores en peligro de extinción, que usan el argumento como excusa para mostrar imágenes llenas de poesía, como una manera de apropiarse de la realidad a partir de una experiencia subjetiva, como un vampiro que chupa la sangre de las personas y de los paisajes para poder vivir.

Algunas fotografías revelan varias influencias en el director de El estado de las cosas, como Edward Hopper o Michelangelo Antonioni, además de mostrar capturas de rodajes, aportando momentos únicos congelados por los ojos de la pareja.

En palabras del propio Wim Wenders: "La fotografía es el fin del mundo, de las cosas. Cuando tomo una fotografía sé que será la primera y la última vez que veré esa cosa que capte en la cámara". Y parece que también habrá un ciclo dedicado a su cine en el mes de enero. Estamos de doble enhorabuena.

Hasta el 13 de enero de 2010.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El amor de Fedra, de Sarah Kane

Teatralización de la violencia

Recientemente he tenido la oportunidad de ver la obra El amor de Fedra de Sarah Kane, representada por la compañía serbia Jugoslovensko Dramsko Pozoriste en el teatro Fernán Gómez de Madrid, dentro del XXVI Festival de Otoño y la experiencia ha sido impresionante. Reconozco que voy poco al teatro, sin embargo, esta obra es una de las mejores representaciones que he visto en mi vida. No conocía a Sarah Kane, pero el manejo en la dirección de Iva Milosevic es firme y rotundo. El nivel de los actores es muy alto, la puesta en escena y los recursos estéticos logran proyectar un texto potente que emociona y sugiere. Después descubrí que entre los actores se encontraba Mirjana Karanovic, intérprete de varias películas de Emir Kusturica y Goran Paskaljevic, lo que me hizo recordar el surrealismo de películas como Underground u Optimistas, obras maestras del cine europeo contemporáneo donde hay una interesante mezcla de violencia y poesía, tal vez, algo muy propio de los Balcanes.

El amor, el sexo, la soledad, la apatía, el dominio, las apariencias “burguesas”, la violencia, el sufrimiento y la alienación, muchos temas en una obra de hora y media que no te deja indiferente. Ah, y tiene humor. Además, mete mucha caña a la sociedad de consumo, a la burguesía, a la religión. ¿Hay un tema principal en la obra? Supongo que “la libertad” o en todo caso “la falta de libertad”. Como las grandes tragedias griegas.

Gracias a Marián y a Óscar por la invitación.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Concierto del No Mundo de A. G. Porta




Acabo de ver la selección de las mejores novelas españolas de la década según la revista Quimera, y aunque estas listas son siempre discutibles y muy personales, me alegra comprobar que hayan elegido la estupenda novela Concierto del No Mundo de A. G. Porta. Con este motivo os animo a leer la entrevista que le hice en 2006 para la revista Deriva:

Dos poemas que aparecerán en mi libro Un hombre en el umbral (Ed. Amargord) en la primavera de 2010.


Paisaje en la niebla

El paisaje es una cortina de niebla que se come la luz, un lienzo que se sale del cuadro y brota hacia fuera. Las figuras son manchas que parecen hormigas extraviadas buscando los bordes del camino para no perderse en el abismo. Los pasos suenan en la lejanía como música de termitas sin demora, puntos oscuros que surgen de la nieve. Los ladridos de los perros atraviesan los resquicios del aire, devastados por la densidad del horizonte. Crepita todavía bajo tus pies la escarcha amontonada en el vacío del asfalto, donde se adivina la negrura de las grietas. La niebla parece luz arrancada en pedazos mientras en alguna parte un tren lleno de niños cruza la noche azul.

¿Es este el paisaje del exilio o es la escena de un sueño? Tal vez haya un agujero al final del camino, una frontera libre, mas no hay final en la niebla ni posibilidad de volver al pasado en este día sin memoria; por eso piensas que eres un superviviente que esboza unos pasos cercando la sima. Del silencio surge una figura emborrada que podría ser un transeúnte perdido, pero lo que ves es una figura en medio de un umbral de luz toda. Oyes una ruptura, un ruido amortiguado arrancado del vacío mientras sientes cómo la niebla se introduce en tus ojos y te alimenta en su voracidad.

Fotografías de la ciudad

Miras la tierra baldía incrustada a las paredes de las casas, el vuelo desmontado de los pájaros sucios del atardecer, los charcos pintados en mitad del asfalto, los coches de plomo que surgen de la nada y terminan en el vacío cotidiano.

Te diriges a casa para comprobar lo inevitable, las fotografías muestran el aire y los objetos que brotan hacia el vacío que nunca sabes dónde empieza ni dónde acaba. El musgo se cuela por tus ventanas con la velocidad de una bala y se refleja en el azogue de tus manos abiertas. El olvido que musguea en las paredes y polvorea en las ventanas. Sales de la habitación pero la habitación te persigue por la ciudad. Escarbas la tierra sin saber qué buscar y la tierra se traga tus manos. Miras el agujero y solo ves tierra húmeda. Sientes la tierra dislocada y áspera que agarra tus manos exhaustas.

Buscas un charco en el asfalto y te miras en él. El miedo te impide ver la verdad. Intentas reconocerte en tus manos que ahora son jirones de ceniza, brotes de tierra que de dirigen hacia la luz.

Hoy comienza el blog Figuras en la niebla. Irán saliendo reseñas y comentarios de películas, libros, cómics, música, opiniones, poemas, relatos, fotografías, etc.