jueves, 16 de julio de 2015

Los nuevos pobladores, de Pilar Fraile Amador




Los nuevos pobladores, de Pilar Fraile Amador (Traspiés Ediciones, 2014).

Pilar Fraile Amador, autora de libros de poesía como La pecera subterránea o Larva, publicó el año pasado su primer libro de relatos, Los nuevos pobladores.

Lo primero que llama la atención es la facilidad de la autora para desdoblarse. Me explico: Fraile ha publicado hasta ahora varios poemarios donde el tratamiento del lenguaje alcanza momentos fascinantes. Sin embargo, uno puede leer La pecera subterránea y pasar a Los nuevos pobladores y no darse cuenta de que se trata de la misma autora. Si en su poesía nos topamos con una escritura que se sumerge en las profundidades del lenguaje, desde el subconsciente y la potencia de las imágenes, en los relatos se desprende de aquella tensión poética para involucrarse en las profundidades de los personajes y las aristas de las historias. Así, en Los nuevos pobladores, nos encontramos con un lenguaje depurado y mucho más simple, si bien la armazón de los relatos no es simple en absoluto. Las frases no buscan indagar, sino comunicar desde su realidad cotidiana, que puede revelar matices del día a día. Un ejemplo: “Ha vuelto a suceder. Por la tarde la duna se asoma a la carretera, es una mano gigantesca que amenaza con devorar el terreno. Yo ha construido unas vallas para evitar que se derrame en el paso y nos deje incomunicadas”.

En algunos de los relatos de Fraile Amador, podríamos aplicar la teoría del iceberg que popularizó Hemingway (y que Ricardo Piglia se ha encargado de ampliar), pues el caso es que muchos de sus textos contienen esa estructura abierta y poder de sugestión necesarios para solo mostrar lo más evidente, y disimular (que no tapar) lo realmente importante, la esencia de los comportamientos humanos, las zozobras de los personajes que construyen (o destruyen) su identidad. Las elipsis y los vacíos narrativos ayudan a reconstruir la historia y por tanto, permiten vivir la experiencia de manera que el lector se involucre más.

Ya el primer relato “Razones” nos abre a un mundo cotidiano y tenso, lleno de inseguridades y amagos que delatan la desazón de unos personajes  distantes, inmersos en su desasosiego, no sin un humor punzante y sutil. En “Normal”, el aguijón de la normalidad se va instalando en los personajes con la tranquilidad que conlleva la costumbre, lo que no deja de contener una violencia imperturbable, que pasa desapercibida. Un cuento que habla de cómo uno puede acostumbrarse al sometimiento casi sin darse cuenta, o sobre cómo el silencio acaba instalándose como un huésped cancerígeno. Un texto que podría llevar a la pantalla el cineasta Jaime Rosales. Y es que, el estilo visual de la narrativa de Fraile, es otro de los elementos que llama la atención, construyendo escenas cinematográficas, generando una ambientación que casi podemos respirar. 

El relato “Educación” muestra la obsesión por intentar seguir siendo como se era, cuando esto no es posible. Algunos relatos contienen esas dosis de perturbación tranquila que emana de los cuentos de J. D. Salinger o David Foster Wallace, como “Fin del mundo” o “La isla”. Esa perturbación que apenas se percibe se mezcla con el extrañamiento, incubándose una mirada del mundo un tanto ambigua. Este cuento, por ejemplo, flirtea con la amenaza, que solo al final parece asomar a la superficie, así como por los personajes imbuidos en su complejidad psicológica y el alejamiento del yo. En otros, el hambre y la ansiedad, parecen confirmar una identidad que podría parecer enfermiza. La realidad es violenta y el individuo se siente inválido, por eso se comporta de una manera escurridiza y dubitativa, descubriendo cosas sobre sí mismo en las diferentes acciones o engañándose a sí mismo. “A veces es tan difícil la línea que separa lo que no vemos de lo que no queremos ver”, dice  el narrador en el cuento titulado “Orden”. Y es que, habría que preguntarse hasta qué punto la mayoría de las personas somos frágiles y tenemos comportamientos ambiguos.

(Publicado originariamente en www.culturamas.es en junio de 2015).

sábado, 11 de julio de 2015

Michel Foucault: la locura




La consciencia de la locura implica necesariamente una experiencia de la verdad.

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En la locura, el hombre cae en su verdad.


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La locura fascina porque es saber. Es saber, primeramente, porque todas sus figuras absurdas son en realidad elementos de un saber difícil, cerrado, esotérico.

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El loco no puede escapar de su propia verdad; él está arrojado en ella y ella le roba en su totalidad.


(Michel Foucault, Histoire de la folie à l'âge classique -recogido en Philosophie, Folio, 2004.- Traducción de C. H.).

lunes, 6 de julio de 2015

Kurt Cobain: Montage of Heck


Kurt Cobain: Montage of Heck (dirigida por Brett Morgen, EEUU, 2015).

A estas alturas, y después de más de 20 años, es difícil pensar que todavía podría haber un documento que arrojara luz sobre las oscuridades de Kurt Cobain. Pero lo cierto es que Montage of Heck no solo ilumina desde las sombras, sino que sorprende y ofrece un retrato poliédrico del líder de Nirvana, contado por primera vez por los testimonios más cercanos que podríamos encontrar: sus padres, su primera novia, su mujer y Chris Novoselic, su mejor amigo y compañero de grupo –aunque se echa de menos la aparición de Dave Grohl-, además de él mismo. La clave la tienen Frances Bean Cobain, hija del malogrado cantante y Courtney Love, su mujer, que concedieron al realizador Brett Morgen, libertad total para manejar el codiciado material inédito sobre Cobain.

El documental repasa la vida de Kurt Cobain desde su niñez hasta el momento de su muerte. Cualquier otra biografía podría resultar repetitiva y banal; sin embargo, Brett Morgen ha sabido reordenar el ingente material inédito que ha tenido en sus manos (vídeos, diarios, bocetos, dibujos), elaborando un retrato completo y sobre todo sincero del músico de Aberdeen, lo que conlleva a mostrar la compleja personalidad de Cobain sin tapujos, revelando situaciones y actitudes incómodas. Por ello, sorprenderán los vídeos caseros donde vemos a un Kurt lleno de contradicciones y complejos. El montaje es una de las claves del filme, destacando los videos familiares del cantante cuando era un niño, o las grabaciones del propio Kurt junto a su mujer e hija. También las escenas de animación que recrean la adolescencia de Kurt en las calles de Olympia y Seattle.

Ha habido películas sorprendentes sobre Cobain, desde el experimento narrativo y psicológico de Gus Van Sant Last Days, hasta el documental intimista About a Son. Ambas son muy aconsejables desde el punto de vista narrativo, además de que suponen propuestas diferentes a la imagen desgastada del músico de Aberdeen. Pero lo que ofrece Montage of Heck es un documento real (hasta donde el montaje de un filme pueda permitir), gracias a la serie de videos que nadie podría esperar, pues encontramos al pequeño Kurt montando en bici o celebrando su segundo cumpleaños, o cintas caseras junto a su mujer e hija, colocado en muchas de las escenas, la mayoría de las veces mostrando un humor particular, aunque también evidenciando el amor que sentía por Courtney y su hija.

No obstante, hay algunas incógnitas sobre su vida, pues cuando acabé de ver el documental, la pregunta que me rondaba por la cabeza era: ¿cuándo Kurt decidió grabarse y registrar esos momentos de intimidad? ¿Podríamos considerar que la fama rechazada por Mr. Cobain acabó absorviéndolo hasta el punto de posar junto a su mujer embarazada para las revistas mainstream o haciéndose vídeos caseros porque intuía que algún día sus cintas de super 8 se acabarían convirtiendo en un documento apreciado como cuadro inédito de un pintor famoso subastado en Shotesby’s? ¿O él quería ser una persona “normal” y por eso se dejaba llevar por la iniciativa de su mujer a grabarse en casa?


Si la vida de Kurt Cobain y sobre todo, su carácter, fue intenso e inestable, el ritmo de la película refleja muy bien este estado anímico: fuerza, arritmia, momentos de descarga punk con momentos de delicadas baladas. Esa mezcla heterogénea contiene fragmentos de animación con vídeos caseros de super 8, entrevistas a sus seres más cercanos, y una banda sonora repleta de rock… … energía, al fin y al cabo. Que nadie piense que el fin de esta película es adentrarse en la cabeza de Cobain. El acierto de Morgen es que muestra al cantante como lo que era, una persona compleja y contradictoria, con una sensibilidad muy especial. Y es que, como decía en la canción “On a Plain”: “Llegué tan alto que arañé hasta sangrar”.