jueves, 16 de agosto de 2012

Entrevista a Joël Egloff



Joël Egloff (1970, Francia) es un joven escritor que ha logrado imponerse como uno de los más originales novelistas del actual panorama francés, aunando humor negro, poesía y personajes entrañables, siempre aportando una visión de la vida cotidiana que pone en evidencia las convenciones sociales y el absurdo de la existencia. En España, podemos gozar de todas sus novelas hasta la fecha, publicadas por Lengua de Trapo. Su última novela es El aturdimiento.

Pregunta: Sus novelas se estructuran siempre alrededor de historias que unen lo cómico y lo triste. ¿No hay humor sin tragedia?
Joël Egloff: En mis novelas, es cierto, conviven siempre estos dos aspectos. No hay humor sin tragedia de la misma manera que no hay tragedia sin humor. Pero, ¿no es lo propio de la condición humana? El humor puede también ser a veces la única manera de abordar ciertas situaciones tan absurdas y sombrías que llegan a ser divertidas. Un poco como si hubiese que intentar batir una última muralla contra la desesperanza.
La realidad descrita en El aturdimiento es tan dura como sórdida. ¿Usted quería representar de alguna manera la sociedad post-industrial o se trata de un contexto para contar una historia?
Incluso si mi primera intención no fue describir la sociedad post-industrial y quise más bien crear un mundo extremo, fuera del tiempo y de toda referencia con la realidad, debo reconocer que en ciertos aspectos el entorno de El aturdimiento se asemeja extrañamente a nuestra sociedad, lo que sin duda no es una casualidad. Es en este universo donde viven mis personajes, es éste el contexto que supone el punto de partida de la historia, y lo que yo cuento es la manera en la que esos personajes evolucionan en ese lugar, de qué manera viven o sobreviven en medio de esa cloaca en la que intentan, como pueden, ser humanos.
En El aturdimiento y también en otras novelas como Edmond Ganglion e hijo y Qué hago aquí sentado en el suelo encontramos mucho del absurdo. ¿Piensa usted que el absurdo es una manera de abordar el mundo?
Creo que es a menudo el mundo lo que es absurdo. No hay más que dejarle que se revele. No es necesario hacer grandes esfuerzos para que se muestre tal y como es. La absurdidad es constante. Todos avanzamos sin saber hacia dónde, sin saber por qué, y por tanto, avanzamos; hacemos cada día lo que tenemos que hacer, sin obtener respuesta a ninguna de nuestras grandes cuestiones. Pero ésa es nuestra condición.
En el acto que tuvo lugar en Madrid, el escritor que presentó El aturdimiento (Rafael Reig) dijo que se puede leer esta novela con sumo placer, gracias al humor y a la voz narrativa, y que esto es más importante que la posible crítica social que podamos encontrar. Para usted, ¿qué es lo más importante?
Lo uno no impide lo otro. Cada lector se apropia de la novela de manera diferente, cada uno lee un libro distinto, según quien sea, sus preocupaciones, sus propias experiencias, etc. Podemos decir que de un mismo libro hay tantas novelas diferentes como lectores.
En lo que a mí respecta, creo que la crítica social está presente en la novela, pero he intentado que sea lo más discretamente posible. Quería, sobre todo, evitar ser pesado y reivindicativo. Mis personajes parecen estar acostumbrados a su entorno social, casi no tienen consciencia de lo que viven, y es tal vez todavía más violento e inadmisible verlos tan anestesiados.
La niebla presente en el pasaje de El aturdimiento, ¿es la niebla del mundo actual?
Creo que aquí también hay varias interpretaciones posibles. No querría dar una explicación concreta, pero creo que hay tanta niebla en nuestro mundo como en el del individuo que, realmente, no sabe ni de dónde viene, ni qué hace aquí, ni a dónde va. Incluso, aunque los personajes de la novela no se hagan explícitamente este tipo de preguntas, sufren por no encontrar ninguna respuesta, ningún sentido que dar a su existencia.
En sus novelas hay una mezcla de humor negro y poesía muy personal. ¿Busca realmente esa fusión o le sale así, de manera natural?
No es el fruto de una búsqueda consciente. Todo lo que tiene que ver con el estilo es bastante instintivo. Cuando empiezo un libro, es un poco como si me fuese a la aventura. Todo está por descubrir. Me dejo llevar por las frases y me voy al encuentro de mis personajes, a descubrir el universo que quiero describir. Trabajando busco mi propia voz, intento estar lo más cerca posible de mí mismo. Creo que ese tono es mi manera de mirar el mundo, y naturalmente, es él quien se impone en mis novelas.
He leído en algún sitio que le gusta bastante el cine italiano. ¿Es una referencia para usted?
Es cierto que el cine italiano me ha marcado mucho. Sobre todo el de Dino Risi, Ettore Scola, Marco Ferreri, y también el de Fellini, por supuesto. Usted hablaba de humor y poesía en su pregunta anterior. Creo que es precisamente ese cocktail lo que me seduce tanto del cine italiano de esa época. Así como esos personajes con tantos matices, esos antihéroes que no podemos dejar de amar porque son profundamente humanos y vivos, a pesar de sus defectos y debilidades.
En sus novelas los espacios suelen estar alejados de la gran ciudad. ¿Por qué?
No siempre es así; por ejemplo, en Qué hago aquí sentado en el suelo la mayor parte de la novela se desarrolla en el centro de una ciudad. Se trata de París, aunque poco importa. Lo importante es que ocurre en el centro de una ciudad que se hunde. Generalmente, lo que me interesa son los universos que no logramos situar. Un poco en ninguna parte y en todas partes a la vez. No suele ser ni la ciudad, ni la periferia ni el campo. Me gusta perder a mis personajes en medio de espacios indeterminados, en los que les faltan referencias y están abandonados a su suerte, obligados quizás a acercarse los unos a los otros para hacer frente a un entorno hostil.
Una gran ciudad, a pesar de todo, es un lugar lleno de referencias y esto puede llegar a ser tranquilizador. A cada instante uno sabe dónde está. Es por lo que mis historias no se desarrollan en las ciudades. O en todo caso, en las ciudades comunes…
¿Cómo encuentra los motivos y los temas de sus novelas?
Creo que mis motivos, mis temas predilectos, los llevo conmigo mismo. Son mis preocupaciones profundas, mis angustias, y también mis anhelos. Creo que al final se trata del mismo tema. Lo que cambia es la manera en la que voy a abordar esas mismas cuestiones. El punto de partida puede ser diferente en cada ocasión. Puede ser una imagen, una vivencia, un hecho cualquiera, una frase. Si encuentro algo que me resulta interesante intento ir más lejos. Es como si percibiese una forma entre la niebla e intentase acercarme para ver mejor de qué se trata. Es así, más o menos, como funciona mi escritura.
¿Qué le gusta de la literatura actual?
De la literatura actual, como de los libros en general, me gustan los autores que tienen un universo que les es propio, los autores que conceden una gran importancia al trabajo de la escritura, algo que me parece esencial. Me gustan las historias simples, me gusta estar ligado a los personajes, oír sus voces todavía después de haber cerrado el libro, tener la impresión de haber conocido personas reales. Me gusta, simplemente, estar conmovido, y ésa es para mí la mejor manera de apreciar un libro.

(Entrevista realizada y traducida por Carlos Huerga y publicada originariamente en www.deriva.org y www.literaturas.com en 2006).