jueves, 1 de diciembre de 2011

Notas de Ingmar Bergman II

Yo diría que no hay forma de arte que tenga tanto en común con el cinematógrafo como la música. Ambos afectan nuestras emociones directamente, no por vía del intelecto. Y el cinematógrafo es principalmente ritmo; es inhalación y exhalación en continua secuencia.

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Cuando el cine no es un documento, es sueño. Por eso Tarkovski es el más grande de todos. Se mueve con una naturalidad absoluta en el espacio de los sueños; él no explica, y además, ¿qué iba a explicar? (…) Fellini, Kurosawa, Buñuel se mueven en los mismos barrios que Tarkovski.

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Actualmente el clima cinematográfico en Suecia no es ni el pálido reflejo de su vitalidad a mediados y finales de los años sesenta. Las reacciones de autodefensa del poder establecido entre 1968 y 1970 contra los movimientos anticapitalistas de la sociedad sueca (con la ayuda de maquinaciones burocráticas contra los jóvenes cineastas de izquierda comprometidos en una acción crítica y la declarada codicia de las compañías comerciales), han destruido y alienado el cine sueco polémico y experimental o bien lo han neutralizado reduciéndolo a un nivel de mediocridad idealista y provinciana…

(Ingmar Bergman, edición de Juan Miguel Company, Cátedra, Madrid, 1999).


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