(The Jon Spencer Blues Explosion: "2 Kindsa Love", Now I Got Worry, 1996).
miércoles, 23 de julio de 2025
viernes, 11 de julio de 2025
Septología, de Jon Fosse
(...) rezo, y miro las olas y veo a Asle sentado en una mesa del Hotel y ya se ha acabado la cerveza y ahora busca con la mirada a esa chica que atiende la recepción y no es mucho mayor que él, y por lo visto es hija de los dueños del hotel, según Sigve, y Asle quiere pedirle cerveza y pronto llegará Sigve, piensa Asle, y yo retiro el brazo de los hombros de Ales y le digo a Ales que voy a bajar un rato a casa de Åsleik y entonces Ales dice que ella siempre está conmigo, siempre está cerca de mí, esté yo donde esté, dice, y pienso que ya es hora de coger el coche y bajar a casa de Åsleik y aunque no tengo mucha hambre las costillas estarán buenas, hace mucho que no como costillas de cordero, y Åsleik es muy buen cocinero, pienso, y me levanto del sillón, pienso, y me pongo la chaqueta de pana negra y me cuelgo el bolso (...)
Y me veo de pie, mirando el cuadro con las dos rayas, una morada y una marrón, que se cruzan en medio, un cuadro alargado, y veo que he trazado las rayas despacio y con un óleo espeso, y se ha corrido, y donde se cruzan la línea marrón y la morada el color ha producido una bella mezcla que corre hacia abajo y pienso que esto no es un cuadro, pero que al mismo tiempo el cuadro es como debe ser, está terminado, no cabe hacer más, pienso, y tengo que apartarlo, no quiero tenerlo más en el caballete, no quiero seguir mirándolo, pienso, y pienso que hoy es lunes y que tengo que dejar el cuadro con los otros cuadros en los que estoy trabajando, pero que aún no he terminado, los que tengo colocados con el bastidor hacia fuera entre la puerta de la alcoba y la de la entrada, debajo del gancho del que cuelga el bolso marrón de cuero... (pág. 13).
Y me veo de pie, mirando el cuadro de las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, y es por la mañana y hoy es jueves y he hecho fuego en la estufa y la sala está empezando a caldearse, y ayer fui a Bjorgvin en el coche y entregue los cuadros a Beyer, pienso, y me noto agotado y estoy de pie junto al caballete, mirando las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, una morada y otra marrón, y pienso que este cuadro no me gusta, porque yo no soporto los cuadros que pintan los sentimientos de frente, aunque yo sea el único que lo sepa, no es así como pinto, no es así como quiero pintar, porque el problema no es que el cuadro esté lleno de sentimientos, sino que los sentimientos aparezcan pintados en forma de gritos, chillidos y llantos, pienso, y pienso que esto es sencillamente un mal cuadro, pero al mismo tiempo es como deber ser... (pág, 481).
sábado, 5 de julio de 2025
Muriel Rukeyser: "La carretera"
La carretera
Estas son las carreteras que has de tomar cuando pienses en tu país
y recuperes los mapas de nuevo, interesado,
llames al estadístico, le preguntes al buen amigo,
leas los periódicos con indagación matutina.
O cuando te pongas al volante y las luces pequeñas
elijan reloj y gasolina; y las luces delanteras
indiquen un futuro de carretera, mientras tu deseo persigue
más allá de la intersección, del desvío, de la estación suburbana,
la transitada autopista de seis carriles diseñada para tu seguridad.
Más allá de la influencia de tu alta y céntrica ciudad,
fuera de su cuerpo: tráfico, multitudes en penumbra,
son centros desplazados y sólidos, luchando por una buena razón.
Estas carreteras te llevarán al interior de tu propio país.
Elige las cordilleras, remonta los ríos,
atraviesa pasos. Toca West Virginia donde
el Midland Trail deja atrás el horno de Virginia,
el hierro de Clifton Forge, el hierro de Covington, baja
al próspero valle, resorts, el hotel de caliza.
Pilares y calle; spa; White Sulphur Springs.
Aeropuerto. Caras animadas, inexpresivas, ricas, deseando dotar
de historia al salón de baile, de tradición al primer tee.
Las montañas simples, abruptas, oscurecidas de pinos
en el clima repentino, húmeda irrupción de primavera;
cortadas al través por la nieve, el viento azota la ladera de las colinas.
La tierra aquí es feroz, escarpada, erguida contra la nieve,
los ríos y la primavera. KING GOAL HOTEL, Mirador,
y cogiendo la curva brutal, el barranco del New River.
Ahora el fotógrafo saca cámara y maletín,
sondeando el paisaje profundo, sigue el descubrimiento
viendo a través del vidrio esmerilado una imagen invertida.
John Marshall nombró la roca (pinares escarpados, un desplome
que exploró en 1812, denominada) Marshall’s Pillar,
y aun luego, Hawk’s Nest. Aquí está tu carretera, te une
a sus significados: barranco, peñasco, precipicio.
Comprimido ahí abajo, el duro río de piedras verdes
se abre camino veloz y directo hacia el pueblo.
(Muriel Rukeyser: “La carretera”, U.S.1. El libro de los muertos. Música nocturna. Dos travesías. Ultramarinos, 2022. Traducción de Ruth Llana).
These are roads to take when you think of your country
and interested bring down the maps again,
phoning the statistician, asking the dear friend,
reading the papers with morning inquiry.
Or when you sit at the wheel and your small light
chooses gas gauge and clock; and the headlights
indicate future of road, your wish pursuing
past the junction, the fork, the suburban station,
well-travelled six-lane highway planned for safety.
Past your tall central city’s influence,
outside its body: traffic, penumbral crowds,
are centers removed and strong, fighting for good reason.
These roads will take you into your own country.
Select the mountains, follow rivers back,
travel the passes. Touch West Virginia where
the Midland Trail leaves the Virginia furnace,
iron Clifton Forge, Covington iron, goes down
into the wealthy valley, resorts, the chalk hotel.
Pillars and fairway; spa; White Sulphur Springs.
Airport. Gay blank rich faces wishing to add
history to ballrooms, tradition to the first tee.
The simple mountains, sheer, dark-graded with pine
in the sudden weather, wet outbreak of spring,
crosscut by snow, wind at the hill’s shoulder.
The land is fierce here, steep, braced against snow,
rivers and spring. king coal hotel, Lookout,
and swinging the vicious bend, New River Gorge.
Now the photographer unpacks camera and case,
surveying the deep country, follows discovery
viewing on groundglass an inverted image.
John Marshall named the rock (steep pines, a drop
he reckoned in 1812, called) Marshall’s Pillar,
but later, Hawk’s Nest. Here is your road, tying
Telescoped down, the hard and stone-green river
cutting fast and direct into the town.