Normalmente, no soy muy fan de cómics y películas de superhéroes, pero como en todo, hay excepciones. Hay obras de Daredevil tanto en historieta como en cine que superan con creces los paradigmas consumistas y efectistas de Marvel; en este sentido, cómics como Daredevil: Born Again, Daredevil: El hombre sin miedo o Daredevil Amarillo, así como la serie de Netflix (que estoy viendo actualmente) indagan y profundizan en algunos personajes como el propio Daredevil, Karen o Foggy, y muestran una realidad compleja alrededor de ellos. Además, tanto los tebeos citados como la serie, incorporan un gran trabajo artístico gracias a las ilustraciones en los cómics, y la iluminación y la fotografía en la serie cinematográfica.
Otro caso que me parece paradigmático de este tipo de obras es el de Batman, seguramente el personaje de DC Comics que más y mejor suerte ha tenido en su expansión a otros medios, como los videojuegos (con la trilogía de Batman Arkham o la aventura gráfica Batman The Telltale Series) y el cine (la trilogía de Christopher Nolan o las obras de Tim Burton son claros ejemplos). Hay tebeos que constituyen obras maestras del noveno arte más allá del género "cómic de superhéroes". Algunos títulos, como Batman, Año Uno, de Frank Miller y David Mazzucchelli, Batman El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller y Klaus Janson o Batman: El largo Halloween, de Jeph Loeb y Tim Sale suponen cómics que por razones diversas superan esa etiqueta que simplemente acota sus publicaciones a "superhéroes". Una de las obras más impactantes del hombre murciélago (y de los cómics en la brillante década de los 80) es Batman: Arkham Asylum, de Grant Morrison y Dave McKean.
Lo primero que llama la atención de este cómic es su fuerza visual, que en muchos casos se sale de lo habitual en el mundo de la historieta, ya que se dan una gran diversidad de recursos artísticos. Muchas de las páginas combinan viñetas tremendamente verticales con otras más abiertas en las que apenas se diluyen las caras y las figuras y casi tenemos que adivinar qué se está representando. En ocasiones, esas viñetas tienden a la abstracción, y apenas quedan los colores y los trazos impregnando sensaciones y movimientos.
Esa expresividad, que en muchos casos tiende a la hipérbole, es una muestra del enorme trabajo de McKean en el dibujo y la técnica del collage, y en muchos momentos pareciera que estamos ante una serie de cuadros, más que viñetas. En general es una obra muy poética, ya que sobresale lo sensorial por encima de la narratividad. Por momentos, Arkham Asylum tiene más del Allen Ginsberg de Aullido o Kaddish o de Edgar Allan Poe que de los Batman "de toda la vida". Poesía, terror, y un sinfín de referencias explícitas e implícitas, que van desde Alicia en el país de las Maravillas, de Lewis Carroll hasta El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, que forman una rica sinfonía.
Arkham Asylum es un ejemplo de un cómic de superhéroes que es otra cosa. Posiblemente Morrin y McKean aprovecharon el tirón del personaje para precisamente narrarlo desde otros prismas, pero lo mejor de todo es que fue un rotundo éxito, tanto de ventas como de crítica y a día de hoy sigue siendo un tebeo innovador y lleno de sorpresas.
Por último, resulta una experiencia sugerente leer esta obra y jugar al videojuego Batman Arkham Asylum, ya que parecen partir de la misma idea, pero tanto sus narrativas como sus trasfondos resultan muy diferentes. Ahí se pueden tender relaciones intermediales bien interesantes.


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