jueves, 14 de enero de 2010

Eric Rohmer y Daniel Bensaïd



Feliz 2010 a todo el mundo. Llevaba tiempo sin publicar nada porque he estado de mudanza y sin internet, pero por fin todo vuelve a la normalidad.

Para empezar el año, quería recordar a dos autores franceses que han fallecido recientemente. Por un lado, el cineasta Eric Rohmer, uno de los grandes directores europeos de la segunda mitad de siglo XX (y uno de los cabecillas de la Nouvelle Vague), y además, un autor con un estilo único. Cuando uno ve una película de Rohmer sabe que se trata de una experiencia única. Yo lo descubrí a los 18 años y hay varias películas que me han acompañado durante todo este tiempo. Se trata de un realizador que, al igual que Woody Allen -aunque de distinta manera-, me ha ayudado a madurar intelectualmente, además de sentimentalmente, cuando yo salía de la adolescencia y me iniciaba en la juventud. Algunos de sus filmes inolvidables son: Mi noche con Maud, La rodilla de Clara, La coleccionista o La rendez-vous de Paris. La narración lenta, detallista, los paisajes naturales, los planos-secuencia, los personajes parlantes que están llenos de contradicciones y que van descubriendo cosas de ellos mismos a medida que hablan y actúan, incluso, algunos, como en La coleccionista, narradores embusteros. La vida cotidiana. Se va un grande, pero nos queda su hermosa filmografía.

Otro francés que se ha ido, ha sido el filósofo Daniel Bensaïd. He de confesar que no he leído ningún libro de Bensaïd, pero una entrevista que leí en el periódico Público me sirvió para descubrir a un pensador crítico, lúcido, de los que hacen falta hoy en día, donde la crisis económica no ha hecho sino acentuar más aún las medidas capitalistas y donde los ciudadanos, las personas, los individuos, somos cada vez más invisibles merced a un sistema aniquilador. Bensaïd fue uno de los impulsores del Mayo del 68 francés y un filósofo marxista, además de profesor en la Universidad de París VIII. De esos intelectuales que no abundan precisamente y que hacen falta para pensar que no todo está perdido.

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