martes, 8 de febrero de 2011

Salinger, ¿el impostor?


Me siguen sorprendiendo y a la vez atrapando las noticias sobre algunos famosos que se han convertido en mitos modernos. Recientemente he leído en el diario Público una pequeño artículo sobre J. D. Salinger que hablaba de la correspondencia privada que mantuvo con su amigo Donald Hertog (a la izquierda en la foto) y la publicación de esas cartas tras la muerte de ambos. Pero la noticia, era que, gracias a esas cartas, se revelaba que Salinger era un tipo “normal”.
Otra vez, la vida de un famoso acaba imponiéndose a su propia obra. Yo me pregunto, si no debería ser la obra de un artista o un escritor, su propia imagen. El caso es que ahora parece que Salinger no era tan irascible ni antipático como se decía, que incluso le gustaba el tenis y las hamburguesas del Burger King, que, no crea usted que no, también tenía gustos musicales y le apasionaba los Tres Tenores, en especial, Josep Carreras. Vaya, parece que Salinger también era humano, como todo el mundo. Pero la cosa no queda ahí. Leo en Abc, que en esas cartas se demuestra que Salinger “saludaba con amabilidad a sus vecinos”. Todos pensábamos que era un hombre de hierro, que no cruzaba la mirada con el resto de los mortales, y ahora resulta que era “amable” con sus vecinos. Habrá más de uno que pensará que entonces, la obra de un autor que parecía hacerse el misántropo, carecerá de autenticidad. Vaya. Sigo leyendo por la red, y encuentro que las hijas de su amigo Hertog, donaron estas cartas a la Universidad de East Anglia en Reino Unido. Sigo la pista y echo un vistazo a la web de esta universidad y compruebo que es cierto, Salinger era una personal “normal”. ¿Decepcionado?
En fin, lejos de esta red de prensa rosa que se sigue tejiendo en todo el mundo (¿no será esto una muesca de la incompetencia intelectual y cultural?), yo me pregunto cuánta de esta gente que habla sobre Salinger ha leído Nueve cuentos o Franny y Zooey. El autor de El guardián entre el centeno es de esos artistas que la sociedad acaba convirtiendo en personajes, y después, con el paso del tiempo, en mitos. Ahí están Arthur Rimbaud, Juan Rulfo, Kurt Cobain y un largo etcétera. Muchos hablan de Rimbaud, pero me gustaría saber quiénes lo han leído realmente.
Yo siempre he pensado en Salinger como en un genio huraño y misántropo, que se vio obligado, ante tanta estupidez humana, a esconderse en los bosques de New Hampshire, en un intento de ser libre. Y ahora, resulta que a lo mejor era mentira. Pero no, no es mentira. Su retiro, su “silencio”, era una manera de decirnos que lo importante es la literatura y no las habladurías y los paparazzis. Tal vez una manera de buscar la felicidad, más bien, otra manera de intentar ser feliz. Un intento de ubicarse. Sin duda, es una elección diferente, ya que la mayoría no elige más que el bote de mayonesa que más le gusta o qué canal de televisión ver después de cenar.
Yo reconozco que también me siento atrapado por el morbo. ¿A quién no le gustaría saber cómo fue su vida durante las últimas décadas? El silencio de Rimbaud. El silencio de Salinger. Tal vez, leyendo sus cartas y el libro de memorias, uno pueda desentrañar la explicación de ese silencio. ¿Será su silencio su gran obra maestra? ¿O tal vez no es otra cosa que una farsa? ¿No será toda esta parafernalia formada en torno a uno de los grandes escritores del siglo XX una gran novela? A pesar de todo, y sobre todo, a pesar de la enorme cantidad de artículos que, me temo, irán saliendo sobre la vida y las intimidades de este gran escritor, seguiré leyendo a Salinger por encima de su silencio, porque lo que no cambiará, será su literatura.

2 comentarios:

  1. Carlos, ¿es casualidad o causalidad? que el mismo día que publicas este artículo nos digas en el taller (Gloria Fuertes) que el próximo libro para leer sea de Salinger. Te doy las gracias por este comentario, me sirve para tener más información del autor. Gracias.
    Maribel (Gloria Fuertes)

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  2. Hola Maribel, pues ahora que lo dices, creo que es casualidad, pero tal vez haya algo de causalidad... Espero que te guste Nueve cuentos.
    Saludos.

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