Dice Ricardo Piglia en sus notas “Tesis sobre el cuento” (recogidas en Formas breves) que este tipo de narración “siempre cuenta dos historias” y pone como ejemplo a Chéjov, uno de los maestros del género. Eso sí, Piglia distingue entre cuentistas clásicos y modernos. Entre los clásicos se encuentran Poe o Quiroga. Para Piglia: “El cuento clásico narra en primer plano la historia 1 y construye en secreto la historia 2”. Sin embargo, el cuento moderno difiere en la construcción del final: “La versión moderna del cuento que viene de Chéjov, Catherine Mansfield, Sherwood Anderson, y del Joyce de Dublineses, abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada; trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverla nunca. La historia secreta se cuenta de un modo cada vez más elusivo”. Seguramente por ello, decía Chéjov en Consejos a un escritor: “¡No hay finales originales!”. Porque la clave está en centrarse en la construcción del relato. Lo importante, es saber elaborar la historia secreta por medio de las elipsis y las sugerencias, como ya se veía en la teoría del iceberg de Hemingway, que, según Piglia, “es la primera síntesis de ese proceso de transformación: lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión”.
Son muchos los críticos que coinciden en señalar que los cuentistas norteamericanos son especialistas en la teoría del iceberg, donde lo importante solo asoma a la superficie. Desde Ernest Hemingway a Sam Shepard, pasando por J.D. Salinger, John Cheever, Richard Ford, Raymond Carver o Tobias Wolff. Piglia habla de Hemingway y su relato “El gran río de los dos corazones” como un ejemplo de maestría en el uso de la elipsis, logrando que la historia 2 sea tan sutil que apenas sea visible ante la predominancia descriptiva de la historia 1. Aunque la pericia del uso de la elipsis en la teoría del iceberg conlleva algunos riesgos, ya que a veces la historia 2 es apenas sugerida y el lector no es capaz de verla. Esa es la dificultad y al mismo tiempo el logro de esta técnica.
Uno de los escritores que mejor reflejan la tesis pigliana y la teoría del iceberg es Kjell Askildsen (1929), cuentista noruego, traducido al español y publicado por la editorial Lengua de Trapo, con títulos como Un vasto y desierto paisaje, Últimas notas de Thomas F. para la humanidad, Los perros de Tesalónica o Desde ahora te acompañaré a casa. El noruego hunde sus raíces en el absurdo, sobre todo en Kafka (¿cuántos son los escritores norteamericanos que han bebido del autor de El castillo?) y en la tradición del cuento moderno de la que hablaba Piglia. Sus relatos reflejan como pocos han sabido hacerlo, situaciones cotidianas de varios personajes que huyen de algo, descubren algo o simplemente intentan reconocerse en medio del vacío cotidiano; desde hombres y mujeres de mediana edad a adolescentes o viejos misántropos. Askildsen estampa de manera sintética la tensión existencial de los seres humanos, y en ocasiones, esa tensión provoca una historia secreta que es la que verdaderamente interesa y sobre la que se construye la historia 1. El cuento titulado “Car Lange” (dentro del libro Últimas notas de Thomas F. para la humanidad) es una fascinante narración donde la historia 2 queda apenas sugerida por las accidentadas peripecias de la historia 1. Carl Lange es sospechoso de una violación y asistimos a una serie de situaciones kafkianas y desesperadas, pero lo interesante es lo que no se cuenta, como la lucha interior que sufre el personaje, las dudas que tiene sobre sí mismo. ¿Acaso lo más importante del relato es si Carl Lange es inocente o culpable? Cuando el policía Osmundsen le dice que ya no es sospechoso de la violación, Carl siente un tremendo vacío. Y el relato tiene agujeros donde se vislumbran partes de un inmenso iceberg. Depende del lector tomarlo o dejarlo pasar, la historia 1 tiene suficientes alicientes para resultar atractiva, pero lo que insinúa la historia 2 es más profundo y a la vez turbador.
La tensión, las sugerencias, las elipsis. Estas son algunas de las piedras sobre las que se levantan los cuentos de Askildsen. Muchos lo han llamado el Carver europeo, pero yo más bien diría que Carver sería el Askildsen estadounidense (Askildsen publicó su primer libro de relatos en 1953, mucho antes de que Carver se iniciara en la escritura). Además, hay diferencias remarcables: Askildsen tiene más mala leche que el autor de Tres rosas amarillas. Y también más ironía. Lo demuestra el cuento (o nouvelle) “Úlltimas notas de Thomas F. para la humanidad”, que también podría ser una novela inacabada. Como si Dostoievski se hubiera bebido una botella de vodka mientras escribiera Apuntes del subsuelo y hubiera abandonado la escritura a medio camino.
Otro claro exponente de la teoría del iceberg es “Un repentino pensamiento liberador”, donde el interés de la historia 1 solapa el sentido de la historia 2 que está a punto de salir a la superficie, pero allí se queda asomando para que cualquiera de nosotros lo atrapemos como un oso polar atrapa un pez bajo el hielo. Es cierto que es un relato abierto, pero a mí me interesa el desarrollo del relato donde el tema del doble va ganando enteros, para al final destaparse la historia de cómo el protagonista ayudó a morir a su mujer y cómo aflora su sentimiento de culpa justo antes de morir.
Otro ejemplo brillante es el cuento “Crías de gaviota” (perteneciente a Desde ahora te acompañaré a casa) un oscuro y poético relato que bien podría haber filmado Antonioni o llevado al cómic Charles Burns. Una pareja llega a una islita en un velero y ante el entorno paradisíaco, deciden hacer una hoguera, que acaba convirtiéndose en un incendio, de manera que han de abandonar la isla repentinamente. Esta es la historia 1, pero la tensión concentrada en las escenas pequeñas y en los diálogos, junto a las elipsis, sugieren algo siniestro y a la vez poético. Todo el cuento está armado alrededor de la tensión. Continuamente hay momentos de tranquilidad o felicidad que son alterados por un factor externo. En un momento de cierto nerviosismo ante una maniobra en el mar, antes de llegar a la isla, Lilly y Paul hablan del miedo a naufragar y Lilly alude a la muerte:
<<-No tenemos muchas posibilidades si la barca vuelca –dijo ella.
-Una entre cien.
-Cuando tenía dieciséis años soñaba con morirme dentro de un gran bosque.
-Yo nunca he soñado con morir.
-Yo sí. Eran sueños bonitos. Nadie me había hecho daño, ni estaba enferma>>.
Este diálogo nos puede ayudar para comprender mejor el comportamiento de Lilly y el zigzagueante cariz que va adquiriendo la historia 1, proyectando aspectos de la historia 2. Más tarde, Lilly encuentra una cría de gaviota en medio de la playa y divisa varias gaviotas amenazándola desde las alturas. Lilly ve algo aterrador en ello y huye llorando, ante el consuelo de Paul. Después asistimos a varios cambios de parecer de Lilly, lo que denota una inestabilidad emocional importante. De nuevo, los agujeros quedan al descubierto. El relato muestra cómo la vida apacible puede resultar terrorífica, algo que recuerda al principio de Blue Velvet de David Lynch.
Recuerdo hace años, en dos cursos de narrativa, una idea que me transmitieron dos profesores distintos: “los mejores cuentistas son los norteamericanos”. Esos profesores también reconocían a los hispanoamericanos, desde Borges hasta Onetti, Rulfo o Cortázar, pero con aquella frase se referían a la facilidad con que muchos escritores norteamericanos logran transmitir sensaciones profundas con pocos recursos, dosificándose para concentrar la historia 2 por medio de las elipsis y las sugerencias. Pero yo ahora les diría si el mejor escritor de cuentos norteamericano actual no es un noruego.
Excelente artículo.Sí Carles dice que leamos a Askildsen HAY que leer a Askilsen.No es que esté de acuerdo con lo que expones sobre la teoría del cuento. Es que es así.
ResponderEliminarEn cuanto a los autores norteamericanos...es cierto que muchos de los grandes cuentistas más conocidos son estadounidenses pero como decía Buñuel y cito textualmente:
"Steinbeck no sería nada sin los cañones americanos. Y meto en el mismo saco a Dos Passos y Hemingway. ¿Quién les leería si hubiesen nacido en Paraguay o en Turquía? Es el poderío de un país lo que decide sobre los grandes escritores. Galdós novelista es con frecuencia comparable a Dostoievski. Pero, ¿quién le conoce fuera de España?"
Muchas gracias Anacoreta: tampoco hay que exagerar, pero sí que creo que Askildsen es un gran escritor y sobre todo, sabe escribir cuentos. Es muy interesante la teoría del iceberg y las tesis de Piglia al respecto.
ResponderEliminarQué buena la cita de Buñuel!! Yo también creo que el hecho de ser estadounidenses les ayuda, qué duda cabe, cualquier escritor de nivel medio va a tener más difusión si es anglosajón que si es español, paraguayo o turco, la cultura está completamente mediatizada. Por eso digo que Askildsen es el mejor cuentista norteamericano, hay algo de ironía y crítica, je, je. Imagínate la de escritores brillantes que nos estaremos perdiendo... Y también comparto lo que dices de Galdós, sé que es un escritor que te gusta mucho, pero es que es un escritor enorme así como enormemente infravalorado.
Un abrazo.
Hola, Carletes y Anacoreta,
ResponderEliminarambos tenéis razón; pero es cierto que la literatura está mediatizada, porque lo norteamericano se vende; pero en toda Europa hay grandes escritores, y no olvidemos que las vanguardias nacieron en Europa y se exportaron al otro lado del charco. Otra cosa es que haya una serie de vasos comunicantes, y yo no voy a ser el primero en negar a unos autores por dar el favor a otros. Todos los autores son válidos. Distinto es el concepto de que sean mediocres. Pero eso se lo dejo a los críticos.
Abrazos,
H.
Hola Hyeronymus:
ResponderEliminarLas vanguardias son importantísimas, y efectivamente nacieron en Europa. Creo que hay calidad en ambos sitios, pero es cierto que la cultura que manda es la que más vende (o se publicita) y es la que se acaba imponiendo. Por eso es tan refrescante buscar e indagar otras literaturas, que las hay.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo con los 2 pero creo que el tema al que apunta Buñuel es que tambien hay mucha calidad en otros sitios fuera de la corriente occidental y no sale a la luz o simplemente es cuasi ignorada por los grandes medios.¿Quién conoce a Chukri, por ejemplo?
ResponderEliminarHola, a los dos, de nuevo,
ResponderEliminarreconozco que yo no conozco a Chukri, pero me gustaría leerlo. ¿Es del estilo de Yasmina Khadra? Ilústrame, por favor, te lo agradecería. A propósito, la cita de Buñuel, se podría extrapolar si hubieran nacido en hispanoamérica: serían foráneos y contemporáneos de Borges o Cortázar, pero los temas serían distintos, y la historia del Boom Hispanoamericano sería diferente, pero, en Literatura, el cambio hubiera sido pequeño, pero universal. No olvidemos que la literartura se define por los cambios.
Saludos y abrazos.
Hola a los dos:
ResponderEliminarlo que dice Anacoreta Burgués es verdad, y eso ocurre con otros escritores. Chukri... qué grande!, algunos le decían el "Bukowski marroquí", je, je, cuando son de la misma época... ¿no sería al revés?
Hyeronymus: merece la pena, pero es más "sucio" y a la vez "picaresco" que Khadra. Yo te aconsejo "El pan desnudo" (que forma una trilogía con "Tiempo de errores" y "Rostros, amores, maldiciones"), pero es probable que estén descatalogados. Una pena. Además, Chukri tradujo al árabe a Lorca o Machado... Aprovecho para aconsejarte una entrevista muy chula: http://www.mundoarabe.org/entrevista_mohamed_chukri.htm.
Un abrazo a ambos!
Hola, de nuevo, Carletes,
ResponderEliminarhe tomado nota, y te lo agradezco. Con un poco de suerte, puedo encontrarlo en la Biblioteca. Se lo consultaré a los jefes. El Bukowski Árabe, ¡qué curioso! Leerlo debe de ser una gozada, porque conozco la obra de Bukowski, y si son de la misma época deben ser parecidos. En breve, consultaré la entrevista.
Abrazos y ¡Muchísimas gracias, Carlos!