(Lo que arde -O que arde-, dirigida por Oliver Laxe. España, Francia, Luxemburgo, 2019).
(Lo que arde -O que arde-, dirigida por Oliver Laxe. España, Francia, Luxemburgo, 2019).
Nunca espero hacer un verso
ni en invierno ni en verano
Como un niño con mocos
me caen del alma cítaras
Me duele el corazón de ser un genio
Me escondo en algún sábado
y escribo con mi escob
en un rincón de ala de alguna mariposa
Mi poesía no sale por la puerta de todos
sale por la rendija del mundo
por las alcantarillas del siglo
por las uñas de un criminal arrepentido
Vamos a la cama vamos a jugar a las tinieblas
Vamos a soñar con un perfil de lobo
Lector te entregaré mi espalda de dos fuegos
un hombro mío soporta un alfiler
el otro hombro puso un anuncio en el periódico
(Carlos Emundo de Ory: Música de lobo. Antología poética (1941-2001). Galaxia Gutenberg).
La exposición “Procesos, ritmos y vibraciones”, de la artista plástica Fuencisla Francés es una muestra de su obra, basada, sobre todo, en la experimentación con formas, texturas y materiales, a través de una obra pictórica y escultórica, donde también juega con las instalaciones y la intervención en el espacio (vertical y horizontal). Francés deconstruye fragmentos de sus lienzos para reconstruir otros lienzos e incluso expandirlos por murales. Tanto los cuadros, como las esculturas y las instalaciones, destacan por su expresividad. Los colores fríos y las composiciones rítmicas generan sensaciones diversas, y ese me parece uno de los mayores atractivos.
Se expone en el museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia hasta el 1 de junio.
Más información: aquí. Hasta el 1/06/25.
Nacemos completamente indefensos y nuestra infancia es más prolongada que la de ningún otro animal. Hasta un virus minúsculo nos pone en peligro. Sin embargo, la brisa de una cualidad asombrosa nos ha impulsado hacia un desarrollo inesperado, hacia un imprevisible progreso. Esa facultad es nuestra imaginación, que, aliada con el lenguaje, nos permite soñar lo inconcebible, colaborar y fortalecernos unos a otros. Somos la única especie que explica el mundo con historias, que las desea, las añora y las usa para sanar.
(Irene Vallejo: Manifiesto por la lectura. Siruela. 2020).
Noche
Pueblo blanco.
Las puertas están
cerradas.
(Un grillo ondula
su puerta sonora).
El farol
se va con la estrella
y la estrella
se va con el cauce.
Pueblo blanco.
(Gira la veleta
del mundo).
(F.G.L.: “Noche”, en Poema del cante jondo. Romancero gitano. Cátedra).
(Luis Martín-Santos: Tiempo de destrucción. Galaxia Gutenberg).
Dejadme salir, dejadme entrar, de Elise Cowen. Torremozas, 2023. Edición y traducción de Isabel Castelao-Gómez.
En los últimos años se percibe en España un creciente interés por rescatar y reivindicar a autoras beat, como puede comprobarse con las publicaciones de Diane di Prima, Anne Waldman, Joanne Kyger, Hettie Jones y Lenore Kandel. A esta nómina hay que añadir a Elise Cowen, si bien se trata de un caso peculiar, pues murió con apenas 28 años y podría considerarse casi desconocida hasta la actualidad, pues su familia destruyó la mayoría de sus manuscritos por considerarlos obscenos y no fue hasta 2014 cuando el editor Tony Trigilio publicó la totalidad de los poemas que se habían conservado. Dejadme salir, dejadme entrar es una antología bilingüe basada en aquella edición que publicó Trigilio en 2014, Elise Cowen: Poems and Fragments.
Cowen fue amiga íntima de Joyce Johnson (autora de la novela autobiográfica Personajes secundarios) y de Allen Ginsberg, con quien tuvo incluso una relación, y a pesar de formar parte del grupo inicial Beat y vivir la bohemia a caballo entre Nueva York y San Francisco, su temprana muerte y el hecho de ser mujer en los años 50 la han mantenido en un segundo plano, pues hasta hace poco no había tenido la aceptación y reconocimiento de otros compañeros y compañeras de generación. Pero más allá de sus rasgos biográficos, es importante destacar que los poemas que sobrevivieron tienen un valor literario propio; incluso, muchas décadas después de haber sido escritos, siguen desprendiendo un interés que sorprende por su independencia poética y ética. Podemos afirmar que Cowen no se parece ningún otro poeta de su generación, y esto la hace todavía más genuina.
Dejadme salir, dejadme entrar está profusamente editado por Isabel Castelao-Gómez, poeta, traductora y especialista en poesía feminista norteamericana. En 2019 publicó junto a Natalia Carbajosa del libro seminal (al menos en España) Female Beatness. Mujeres, género y poesía en la Generación Beat, un estudio crítico de las poetas beat, teniendo en cuenta las teorías de género y la revisión del legado y análisis textual que merece este grupo desde los años 90. En el caso que nos ocupa, Castelao-Gómez selecciona y traduce los poemas de Cowen por primera vez al español con un libro independiente (ya se habían publicado algunos poemas en antologías colectivas con anterioridad). La edición cuenta, además de con los textos en inglés y español, con una introducción de la propia Castelao-Gómez de 50 páginas, donde contextualiza a Cowen dentro de la Generación Beat y la sociedad estadounidense en la década de los años 50, además de puntualizar alguna de las claves de su poética. Por si fuera poco, el libro añade un apéndice de otras 40 páginas de anotaciones a los poemas, además de varias fotografías e imágenes de manuscritos, completando una edición sumamente cuidada.
Los poemas están agrupados por temáticas en cuatro apartados, lo que puede contribuir a comprender mejor la lectura de una poeta más compleja de lo que pareciera en un primer vistazo. A lo largo del poemario se aprecia cómo Cowen intenta poetizar sus problemáticas vitales: soledad, incomprensión, inestabilidad mental, feminidad o sexualidad. Muchos de los poemas transmiten la sensación de estar atrapada, pero a la vez la necesidad de buscar calor humano, contacto y comprensión.
Entre los muchos aspectos que me parecen novedosos en esta poeta de origen judío, destaca el hecho de verbalizar sus deseos y fantasmas sexuales (en una época en que era escandaloso que las mujeres hablaran de ello), así como la naturalidad con la que habla de las drogas (metanfetaminas, heroína), el cuerpo y la salud mental (Cowen padecía trastorno bipolar), todos ellos aspectos poco usuales y que comienzan a normalizarse con los autores Beat. Asimismo, ya sugerido en el verso que da nombre al libro, late en muchos poemas la idea de sentirse encerrada o sometida por diversas fuerzas opresivas (padre, Estado, centros médicos), lo que constituye un ejemplo de una poeta que visibiliza la condición de ser mujer en una sociedad muy conservadora. Castelao-Gómez señala una idea relevante para comprender la situación de Cowen en su época: “Hasta entonces, las mujeres con comportamientos excéntricos o con trastornos psicológicos reales eran diagnosticadas de la misma forma, eran recluidas en instituciones o en casa, infantilizándolas y privándolas de libertad sobre sus vidas y cuerpos”.
Cowen se rebela ante una sociedad alienante y represiva, y su inconformismo se evidencia al combinar un lenguaje directo con expresiones vulgares (“fláccida polla / en mi cabeza”, “lo escupiré”, “jode tu único sueño de cobalto engendrado”) y metáforas brillantes (“pecado sin circuncidar de mi corazón”, “arcoíris atómicos”). En otros textos, se aprecia una influencia del pensamiento budista o taoísta (“Wu”) o de la tradición judía (“Shalom”, “Elohim”), aglutinando con naturalidad influencias diversas, algo propio de los poetas beat. Su poesía destila cotidianidad, con un tono improvisado que también acepta visiones místicas y hasta cierto surrealismo (“Debajo de una triste cebolla / Sueños ciegos en una habitación verde”).
En muchos textos hay una realidad paradójica, la ambivalencia de estar dentro y fuera, un estar en el umbral (de la vida y la muerte, de la lucidez y la enfermedad, de la soledad y la complicidad). Cowen se sitúa en un no lugar y parece que queda atrapada en tierra de nadie. En sus poemas se percibe un “Yo” escindido que, como señala acertadamente la editora, refleja una “desintegración de la identidad”: “Dos semanas al mes / loca a medias y libre a medias / Dos semanas al mes / ahogada en mí a medias”. Cowen busca su propio sentido, registra sus dudas, sus fantasmas, sus presencias y ausencias, dejando pistas acerca de sus problemas de salud mental o el consumo de drogas. Sus poemas destilan crudeza, insatisfacción, y a la vez cierto simbolismo expresivo que recuerda a Sylvia Plath: “No quiero hacer tu poema de narcisos / muertos y bulbos de crocus guardados que quizá nunca / florecerán sino de golpes de memoria que vivirán de nuevo”.
En algunos textos hay una idea premonitoria de la muerte, seguramente por su visión trágica de la vida y la intensidad de su existencia:
Muerte, ya llego
espérame.
Sé que estarás
en la estación de metro
con tus botas, gabardina, paraguas, pañuelo en la cabeza
y tu única respuesta simple
a cualquier significado.
Institución incorruptible,
Atenta aguafiestas de huellas dactilares
Escucha lo que ella dijo
«Hay un pasadizo entre las coles blancas».
La lectura de Dejadme salir, dejadme entrar, constituye una buena oportunidad para adentrase en una de las voces más potentes y autónomas de la Generación Beat, a la vez que corrobora el reconocimiento de una poeta singular, que merecía ser publicada de manera independiente con una edición cuidada, que además esclarece muchas sombras. La poesía de Cowen es una bocanada de aire fresco y este libro no deja indiferente.
(Reseña publicada originariamente en Vallejo & Co. el 14/01/25).
Nana
KK: Una vez el pequeño Larry Fagin
Le dijo a su padre que era un burro.
AG: Y le dijo el papi de Larry Fagin:
“Larry, dilo de nuevo y estás muerto”.
KK: Ya es suficiente de nanas, quiero decir ¿qué más?
AG: Podemos hacerlo en otro momento.
AUDIENCIA: Haiku.
KK: ¡Oh, Dios! No puedo contar sílabas.
AG: Sin sílabas.
AUDIENCIA: Épica.
AG: Haiku. La épica es fácil. El haiku es difícil.
KK: ¿Todos los haikus van sobre ranas, verdad?
*
Nursery Rhym
KK: Little Larry Fagin once.
Told his dad he was a dunce
AG: Larry Fagin’s daddy said:
“Larry, say it again you’re dead”.
KK: That’s enough nursery rhymes, I meant what else?
AG: We can do it another time.
AUDIENCE: Haiku.
KK: Oh God! I cant’t count syllables.
AG: No syillables.
AUDIENCE: Epic.
AG: Haiku. Epic’s easy. Haiku’s hard.
KK: All haikus are about frogs, right?
(Nos lo inventamos todo, de Allen Ginsberg, Kenneth Koch, Ron Padgett. Kriller71. Traducción de Silvia Galup).
La Casa del Lector de Madrid y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez celebran el centenario de la escritora española Carmen Martín Gaite con diversas exposiciones, conferencias y actividades (incluido el público infantil) que rinden homenaje a la autora de Entre visillos, Nubosidad variable o Caperucita en Manhattan.
Más información: aquí.
El lenguaje, que la aprisionaba y la hería como una prenda hecha con miles de alfileres, desapareció de un día para otro.
*
Había dejado de pensar con el lenguaje. Se movía y lo comprendía todo sin acudir a la lengua.
(Han Kang, La clase de griego. Random House. Traducción de Sunme Yoon).
David Lynch (1946 - 2025).
Ha muerto David Lynch a la edad de 78 años. Uno de esos artistas que uno piensa que nunca morirá, que siempre ha existido y permanecerá vivo para la eternidad. Y así es en cierta medida, pero aunque no lo pareciera, Lynch era humano, y nos ha dejado tras una brillantísima carrera como director de cine.
Tengo varios amigos con los que he hablado un sinfín de veces sobre la obra lynchiana. ¿Eres más de Twin Peaks o de sus pelis? ¿Te gusta más Cabeza borradora o Carretera perdida? ¿Es Mulholland Drive su mejor película? ¿Qué piensas de Twin Peaks: fuego, camina conmigo? ¿Te parece la menos Lynch, Dune o El hombre elefante?
A nivel personal, he dedicado en varias ocasiones reseñas y homenajes al autor de Terciopelo azul. Este blog es una prueba de ello (pueden verse varias entradas dedicadas a él). Pero antes, allá por 2004, preparé junto a mis compañeros de la revista (extinta) www.deriva.org un monográfico sobre su obra. Asimismo, en algunos de mis libros de creación, he rendido homenaje al autor de Carretera perdida, como en mi primer libro de poesía, Un hombre en el umbral, donde hay alguna referencia e incluso un poema que es un homenaje a Lynch (se puede leer más abajo). En mi novela Nada que perder, también está presente y aparece citado en alguna ocasión.
En verano de 2009 hice un viaje por EEUU y visité North Bend, el pueblo del estado de Washington (cerca de Seattle) donde se encuentra la cafetería original de Twin Peaks (la Doble R) y me comí una sabrosa hamburguesa, rodeado de fotografías del rodaje y creyendo ver a Cooper entrar por la puerta para pedir un café recién hecho. También visité Snoqualmie, el pueblo donde se puede ver el hotel y la cascada del comienzo de la serie. Después, en Los Angeles, visité el barrio de Mulholland Drive, buscando algunas de las localizaciones de la genial película que se titula precisamente Mulholland Drive. Quise comprobar cuánto había de ficción y cuánto de realidad, si es que se pueden separar ambos conceptos. Quise estar cerca de Lynch, tal vez quise sentir que podía vivir en sus películas.
En otra ocasión, pasé una tarde viendo tres o cuatro capítulos de la primera temporada de Twin Peaks en la filmoteca madrileña. Fue una experiencia diferente y algo rara, con esas butacas rojas y las grandes cortinas, pues tenía algo de "habitación roja". Y sentí de una manera intensa (a pesar de haber visto la serie anteriormente) que los personajes eran reales, como lo son Don Quijote o Ana Ozores.
Es tanto lo que habría que decir de David Lynch, que mejor no digo nada. Basta añadir que es de esos artistas que me han formado como autor y como cinéfilo. Incluso, creo, que al igual que Kafka o Cervantes, hay una mirada, una manera de concebir el arte y la vida que procede de Lynch, hay un estilo que podría denominarse lyncheano.
No soy el único. Desde ayer, veo en las Redes Sociales a muchos escritores y artistas en general que están citando a Lynch como una de sus máximas influencias. No es para menos. Se ha muerto un genio, un autor con una mirada y un mundo únicos, que ha dejado una huella profunda en el mundo. Porque sí, al final resulta que la vida imita al arte: David Lynch es la prueba.
DEP, maestro.
*
El rugido de un saxofón
Estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura.
FEDERICO GARCÍA LORCA
La noche oscura. Líneas amarillas hacia el infinito. Hormigas dormidas bajo la luna del desierto.
Las llamas rojas de un cigarrillo envueltas en una luz consumiéndose. Un rostro alucinado por el silencio en el cauce del humo y las brasas. En la boca chupando el cigarrillo, un lobo, en el cilindro de papel húmedo, el principio de las cenizas.
Sueñas con un pez dorado que salta de un río helado a un mar de fuego. Sueñas con carreteras perdidas y habitaciones rojas como si fueran un diminuto teatro en un rincón perdido. Te miras al espejo y piensas: Estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura.
Piensas que un rostro que surge del vacío es el musgo en las paredes de una casa, las hormigas en una esquina de un jardín olvidado. Sueñas con un ruido inmóvil bailando en un mar de hielo. No sabes que la alucinación es un fragmento escondido de belleza que se agarra al rugido de un saxofón.
Se hace la oscuridad. Silencio. No hay banda. Una llama de luz inunda un rostro hirsuto. Los destellos siempre iluminan un segundo antes de volver a su madriguera oscura.
Al otro lado de la línea telefónica una jauría de payasos se ríe mientras te preguntas qué estás haciendo dentro de una habitación sin puertas. Todo se pierde en una noche donde las líneas discontinuas se confunden con los aullidos de tus ojos y tu voz atraviesa la línea telefónica sin saber si tú eres el que está hablando con el payaso o el payaso que habla contigo eres tú.
(Carlos Huerga: "El rugido de un saxofón", Un hombre en el umbral, Amargord, 2010).